En el dibujo superior, recreación de una de las escenas de The bewilderment of Chile de Lucía Seles
(The Beilderment of Chile de Lucía Seles ha ganado el Premio Especial del Jurado del BAFICI 2025, noticia que hemos conocido después de que esta reseña haya quedado redactada.)
Sin ver los títulos de crédito y sin tener ningún tipo de información adicional, si comenzáramos a ver una película de Lucía Seles, reconoceríamos de inmediato que se trata de una película de Lucía Seles. Con esto, queremos decir que la cineasta ha logrado crear una identidad autoral tan poderosa y diferenciada que su cine ha quedado libre de cualquier rastro de convencionalismo o adocenamiento y en cada una de sus escenas brilla siempre un inusitado potencial de creatividad, originalidad y asombro. Potencial que abarca tanto los (radicales) aspectos formales como, también, los temáticos e interpretativos. Era inevitable que todas esas señas de estilo tan rupturistas e innovadoras se concretaran en la creación de un universo narrativo propio (espacial, temporal y de personajes), solo que el mundo de Seles es tan complejo, abigarrado y abierto a explorar caminos en múltiples direcciones que un solo universo no basta y ha dado lugar, más bien, a la creación de varios sub-universos. He tenido la oportunidad de ver el sub-universo de la "escuela de tenis" en Terminal Young (2023) y Fire Supply (2024), el sub-universo de un peculiar "colegio privado" en School Privada Alfonsina Storni (2024) y, finalmente, el sub-universo de las "confiterías Ritz" en The Urgency of Death (2023), al que ahora la cineasta ha vuelto con su último film, The Bewilderment of Chile, que acaba de participar en la Competencia Oficial Argentina del BAFICI 2025 en Buenos Aires.
En el dibujo superior, recreación de una escena de The Bewilderment of Chile de Lucía Seles, con Gonzalo García-Pelayo y Javier García-Pelayo
De los tres sub-universos citados, posiblemente sea el de las "confiterías Ritz" el más áspero y tenso de todos ellos. Básicamente porque, si en los otros dos, los momentos que podemos calificar como negativos y con rasgos de cierta extraña crueldad encuentran, podemos afirmar que de sobra, su compensación en rasgos donde lo tierno y lo entrañable hallan su lugar exacto y preciso, el retratado en The Urgency of Death y The Bewilderment of Chile es esencialmente angustioso y claustrofóbico. Recordemos que en el primer film de la serie la propia Lucía Seles aparecía en el argumento interpretando a un personaje cuya madre había fallecido recientemente y se embarcaba en una serie de actos y rituales para poder superar el trance. La larguísima secuencia final era una carrera de la cineasta hacia y por las tapas del cementerio donde aquella estaba enterrada como medio de catarsis para liberarse del dolor y la pesadumbre. Lucía Seles ya no aparece en The Bewilderment of Chile y ello vendría a expresar que la cineasta ha logrado, con su desenfrenada carrera final en su anterior film, huir de un mundo cuyos perfiles no son mostrados con tonos demasiado luminosos en ninguna de las dos películas. Y ello es así, posiblemente, por aquello que Tolstói afirmaba al principio de Ana Karénina: "Todas las familias felices se parecen unas a otras; cada familia desdichada lo es a su manera". The Bewilderment of Chile, mucho más que The Urgency of Death, incide en qué modo es infeliz la familia propietaria de las "confiterías Ritz" (lo cual, por cierto, convierte a este film en el más bergmaniano hasta la fecha de todos los realizados por Lucía Seles). La directora halló su medio de catarsis para escapar de este sub-universo. Los seis personajes principales de The Bewilderment of Chile, no, y ahí siguen, con sus dilemas, problemas y coyunturas.
En el dibujo superior, recreación de Lara Sol Gaudini en una escena de The Bewilderment of Chile
En su última película, Lucía Seles convierte a las "confiterías Ritz" en el epicentro de una obsesión, la del patriarca de la familia (interpretado por Gonzalo García-Pelayo) que, incluso, se jacta ostentosamente de no haber entrado nunca en el principal negocio competidor, la confitería París (en una escena al principio del film, vemos cómo contempla con cierta desazón la buena marcha de la empresa rival). Pero es una obsesión de la que el resto de la familia no parece querer participar y, de hecho, el protagonista transmite a lo largo de todo el film una sensación que no podemos calificar sino de soledad, de no poder compartir ni con su hermano ni con su sobrino ni con su hija la trascendencia que para él tiene los establecimientos que regenta. Su hermano (Javier García-Pelayo) arrastra a lo largo de su vida la frustración de haber abandonado en su juventud el baloncesto para trabajar en el negocio de las confiterías y, tras haber estado durante dieciséis meses fuera de La Plata, regresa sin haber mejorado demasiado su estado de ánimo. Su sobrino (Iván García-Pelayo), hijo del personaje interpretado por Javier, ha sufrido una enorme decepción al haber visto truncado su sueño de impartir clases de guitarra eléctrica en Santiago de Chile y, a lo largo de toda la película, se le ve desanimado y desorientado. Y su hija (Lara Sol Gaudini) lo que desea en realidad es ser dependienta de farmacia. De hecho, el protagonista, cuando recibe a su hermano tras su vuelta a la ciudad, le presenta a uno de sus empleados, Dieguito, con especial satisfacción ya que ha sido la persona que le ha servido de ayuda fundamental para sacar adelante los negocios y hay en sus palabras tanto un punto de admiración por su pupilo como de disimulado reproche hacia los dieciséis meses de marcha de su hermano. Por ello, late en todo el film una atmósfera de contenida desolación, de indefinible aflicción por la quiebra de expectativas y aspiraciones y la imposibilidad de ver realizados los sueños propios. Los personajes que interpretan Gabriela Ditisheim y Jeri Iglesias y las situaciones que viven los personajes de Javier e Iván García-Pelayo ajenas al tema de las confiterías, lejos de actuar como contraste al núcleo principal de la trama, lo refuerzan y realimentan.
En el dibujo superior, recreación de una escena de The Bewilderment of Chile con Iván García-Pelayo y Jeri Iglesias
Como es habitual en el cine de Lucía Seles, lo peculiar y trascendental de sus películas no es tanto el material dramático y narrativo (que también) sino, sobre todo, la mirada que la cineasta aplica sobre el mismo: su montaje entrecortado, la sucesión de rótulos en los que se mezcla el español y el inglés, las, en muchas ocasiones, insólitas y sorprendentes líneas de guion, las interpretaciones que, sin ser antinaturalistas, buscan sistemáticamente crear una aguda sensación de extrañamiento de cara al espectador, el protagonismo continuo de lugares y escenarios anónimos y aparentemente intrascendentes y el enfoque continuo hacia objetos, rincones y elementos físicos y materiales terminan dibujando una perspectiva que intenta extraer con singular vehemencia la épica y la lírica de la cotidianidad para reivindicar la grandeza del segundo plano, de lo tímido e inadvertido, de lo superficialmente trivial pero que oculta una nobleza subterránea y subliminal. El cine de Lucía Seles es, ante todo y sobre todo, esa mirada, esa capacidad para sorprender continuamente con realidades que cualquier persona (incluidos muchos creadores, artistas y cineastas) podría pasar por alto fácilmente pero que en sus películas encuentran hondura, sentido y significado, esa increíble habilidad para que el espectador experimente la sensación de que el séptimo arte está siendo renovado, redescubierto y re-creado, vuelto a nacer desde concepciones totalmente nuevas y diferentes, esa destreza en construir auténticos poemas visuales a través de la prosa de la rutina y la costumbre, en crear iconografías versificadas a través de elementos que parecen a primera vista grises, anodinos y banales. Cualquier espectador sale tras ver una película de Lucía Seles con unos ojos ansiosos por hallar en su entorno claves y revelaciones que le habían pasado desapercibidas con anterioridad, con la intuición de que la realidad no es como siempre la había imaginado o asumido, que siempre puede albergar sorpresas escondidas y hallazgos disfrazados. El cine de Lucía Seles es una de esas creaciones artísticas que nos incita a ver el mundo con ojos diferentes y renacidos.
Lugares y objetos aparentemente intrascendentes encuentran en el cine de Lucía Seles hondura y relevancia, tal como mostramos en los dibujos superiores, que recrean algunas de las escenas de The Bewilderment of Chile
The Bewilderment of Chile refuerza la personalidad autoral de Lucía Seles y sus señas de identidad creativas y es una nueva tesela en un mosaico crecientemente inaudito y deslumbrante. Es inevitable la pregunta que podemos hacernos de hasta dónde puede llegar el cine de la directora y qué potencial posee para que su universo y sus sub-universos puedan crecer, desarrollarse y encontrar variantes, variaciones y matizaciones. Las diferencias entre The Urgency of Death y The Bewilderment of Chile, por un lado, y Terminal Young, Fire Supply y School Privada Alfonsina Stornii, por otro, invitan al optimismo y sería más que estimulante que Seles ahondara en dichas diferencias y explorara los caminos que ella misma ha abierto en sus diferentes films. Si decide adentrarse en ellos con audacia y determinación, renunciando a cualquier tentación de repetir fórmulas y mecanismos, no nos cabe la menor duda de que nos podríamos encontrar con una de las aventuras más importantes y trascendentales de la historia del cine y en La dimensión súbita estaremos encantados de continuar descubriéndola, comentándola y analizándola.
En el dibujo superior, recreación de uno de los momentos más melancólicos de The Bewilderment of Chile con Javier García-Pelayo
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