Carteles de las tres películas que integran la trilogía "Caseros e inquilinas" de Fernando Merinero: Divino tesoro, Edipo esclavo y Cupido confuso
Ya en uno de nuestros primeros artículos en La dimensión súbita, en abril de 2024. a la hora de hablar de doce directores de cine españoles e inclasificables, incluimos en la lista a Fernando Merinero. No era la primera vez que me ocupaba de su cine. Ya en junio de 2018, con motivo de la publicación en DVD de su trilogía "Las 1001 Novias", le realicé una amplísima entrevista sobre su filmografía, la cual enlazo a continuación.
ENTREVISTA A FERNANDO MERINERO (Junio-2018): Primera parte
ENTREVISTA A FERNANDO MERINERO (Junio-2018): Segunda parte
Ahora, surge nuevamente la oportunidad de tratar de sus películas y de conversar con él tras la incorporación a Filmin de su nueva trilogía "Caseros e inquilinas", formada por los films Divino tesoro, Edipo esclavo y Cupido confuso.
Tres películas que inciden en las señas de identidad autorales del director (tanto formales como temáticas), sobre todo ese verismo lleno de frescura que impregna a su cine de una intensa sensación de vida, pero que, por otro lado, suponen un paso más allá en su trayectoria y un abordaje directo y desprejuiciado sobre los nuevos tiempos que vivimos y las nuevas vivencias que lleva asociadas.
Cuatro momentos de Divino tesoro
El punto de partida de la trilogía es el conjunto de nuevas situaciones que surgen en el contexto actual y que dan lugar a nuevas posibilidades de relación y a la necesidad de tener que hallar nuevas formas de comprender y gestionar la realidad: personas mayores que, debido a su precariedad de ingresos, han de alquilar habitaciones libres de sus viviendas, personas jóvenes que, sin ocupaciones fijas estables, han de buscar dónde vivir y cómo ganarse la vida, personas no heterosexuales que han de buscar la manera de satisfacer sus ansias de maternidad y paternidad, caminos que se abren (tanto en términos de posibilidades como de conflictos) con la aceptación de los cambios de género y el nuevo modo de entender tanto la masculinidad como la sexualidad... Y, al mismo tiempo, problemas que ya eran habituales en el pasado (parejas que se rompen, conflictos generacionales entre padres e hijos...) adquieren nuevos perfiles y renovadas aristas. En la trilogía "Caseros e inquilinas", lo que ya forma parte del día a día habitual se plasma en los fotogramas y queda reflejado como si la vida hubiera traspasado la cámara y hubiera pasado a la pantalla, que se convierte en un reflejo de nuestro propio tiempo. Advierte el director en la conversación con él que enlazamos al final del artículo, y lo advierte con absoluta pertinencia y oportunidad, que lo que vemos no es un documental, que todo es una ficción previamente guionizada, que no hay ni improvisación, ni un dejarse llevar absolutamente por la intuición de cada momento del rodaje. Y hace bien en subrayarlo porque el espectador, sumergido en el torrente de las imágenes, podría pensar que lo que está contemplando no es ficticio, que solo es un registro fiel de lo que sucede en barrios, calles y plazoletas. Y no es así: todo es una historia previamente diseñada y que llega a nosotros con deslumbrante capacidad de realismo y verosimilitud.
Cuatro momentos de Edipo esclavo
Los tres títulos de "Caseros e inquilinas" no se agota en su realismo sino que va más allá de su fidelidad a lo que sucede y acontece y traza un espacio simbólico que, en Divino tesoro, tiene como centro la figura del padre, en Edipo esclavo, la figura de la madre, y, en Cupido confuso, la figura del hijo. Porque, en última instancia, en las tres películas tiene una importancia crucial la cuestión de la familia y la idea de que, más allá de conceptos cerrados e inamovibles, y aunque existen cambios constantes y continuos, sí que existen unos elementos fijos y permanentes, unas dinámicas que se mantienen inalterables a pesar de vaivenes, encrucijadas y cambios de coyuntura. Es por ello que "Caseros e inquilinas" es una trilogía que no habla de puertos de salida y puertos de destino sino que es una mirada a viajes, trayectos y estaciones intermedias, una exploración por unos seres humanos todos ellos en procesos de transición, en recorridos hacia un porvenir más humano y llevadero. En la trilogía, hay humor pero, como vida que se pretende retratar, también hay drama (y hasta drama muy intenso) y es en esa combinación de frescura y gravedad (y con un punto de ajustada ironía en algunos momentos) donde las tres películas llevan al espectador de la mano a la posibilidad de, si no de cambiar la mirada, sí de matizarla y enriquecerla con nuevas perspectivas y puntos de vista. "Caseros e inquilinas" nos trae la realidad no para intentar imponer un discurso sino para que cada cual se pueda replantear o no sus propias ideas a partir de lo contemplado. En Divino tesoro, Edipo esclavo y Cupido confuso, la vida fluye y el pulso de los elementos cinematográficos se adaptan armoniosamente a ese fluir en el que todo es posible y, por tanto, abierto a lo inesperado e imprevisible. La moraleja de la trilogía podría ser que la vida siempre te asalta por sorpresa y deja en cueros el afán de superioridad de muchas de nuestras ideas y pretensiones.
Cuatro momentos de Cupido confuso
Y dejo para el final a quienes son parte esencial y fundamental del proyecto para que este llegue a ser lo plenamente creíble y convincente que es: ese maravilloso reparto, en el que se aúnan intérpretes experimentados (Myriam Mézières, Julio Perillán, Miguel Ángel Solá, Alejandra Greppi) junto a otros intérpretes ocasionales y debutantes (Carmen Alba, Roberto Ruiz Huerga, Alfonso Alonso, Mario Larce, Diego Bergmann, Lola Roncola...) que conforman un elenco tan perfectamente fresco y espontáneo como brillante, inspirado y plenamente ajustado a las intenciones del director. Sin poder mencionar por razones de espacio a todos ellos, no puedo dejar de recordar el siempre deslumbrante magnetismo de Myriam Mézières, el apabullante carisma ante las cámaras de Carmen Alba y Lola Roncola, la capacidad de Roberto Ruiz Huerga y Alfonso Alonso de mostrar personajes que combinan en equilibrio prodigioso la dureza aparente con la vulnerabilidad interior, el increíble talento de Miguel Angel Solá para realizar una interpretación abierta tanto a lo irónico como a lo entrañable, la inteligencia de Julio Perillán y Miguel Lizaso para dar plena afectuosa verosimilitud a su condición de pareja y la habilidad de Diego Bergmann y Mario Larce para retratar a personajes que se mueven entre sentimientos ambivalentes y circunstancias a dos aguas... Si quieren saber más de estas tres películas, hemos hablado con su director, Fernando Merinero, que nos ha dado amplios detalles de su nueva trilogía y pueden escuchar el contenido de la misma en nuestro canal de podcasts, al que pueden acceder a través del enlace que a continuación incluimos. Comprobarán cómo, aunque todo parezca tan errático y aleatorio como la vida misma, nada hay al azar en "Caseros e inquilinas". Justo ahí reside su poder de atracción y fascinación.
CONVERSACIÓN CON FERNANDO MERINERO
Cuatro momentos de las diferentes películas que integran la trilogía "Caseros e inquilinas"
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