Cuando en The Matrix (1999) Morfeo le dice a Neo que escoja entre la pastilla azul o la pastilla roja para optar bien por permanecer en la falsa realidad creada por ese difuso ente que responde al nombre de "Matrix" bien por despertar del inadvertido letargo en el cual se encuentra y acceder a la auténtica realidad, podría parecer que nos encontramos ante un hallazgo narrativo revolucionario de los creadores del film. Pero, solo con rastrear un poco en la historia de la filosofía y la literatura, y sin profundizar demasiado, es fácil llegar a la conclusión de que el tema que la secuencia plantea es una constante en la historia del pensamiento desde hace más de dos milenios. ¿Qué, si no, es lo que plantea Platón en La República con su conocido como "mito de la caverna"? Y, obviamente, no existe el vacío entre lo escrito por el filósofo ateniense entre los siglos V y IV antes de Cristo y lo expuesto por la citada película de ciencia ficción ya al borde del siglo XXI. Y, dentro de ese largo proceso en el que el ser humano ha intentado discernir si lo que sus sentidos perciben es verdaderamente cierto y consistente y no una vana y mera ilusión, la cultura española siempre ha tenido a este tema como uno de sus motivos centrales y predilectos. A pesar de la tradición realista hispana, o, tal vez, en función de ella, el planteamiento de hasta qué punto esa "realidad" era la "realidad", si existe "algo" que está más allá de lo que percibimos de forma inmediata y es ese "algo" lo que es la realidad verdadera y genuina, forma parte esencial de la columna vertebral de nuestra narrativa, de nuestro teatro y de nuestro cine.
Imagen de Don Quijote de la Mancha creada con Midjourney
La que es considerada como obra maestra de nuestra literatura, por supuesto Don Quijote de la Mancha (1605-1615) de Miguel de Cervantes, dentro de las infinitas lecturas que se pueden hacer de ella, cabe ser interpretada como una reflexión sobre cómo nuestra visión de la realidad puede ser alterada o, alternativamente, cómo es posible crear una realidad paralela o una realidad alternativa que puede llegar a ser tan relevante y poderosa como la realidad dura y sólida que consideramos inamovible e indiscutible. Alonso Quijano, enloquecido por la lectura de novelas de caballería, cree ver castillos donde solo hay una venta, gigantes donde solo hay molinos de viento, ejércitos enemigos donde solo hay rebaños de ovejas, el preciado yelmo de Mambrino en lo que solo es una pobre bacía de barbero y a la noble, hermosa y elegante dama Dulcinea del Toboso en la figura de la pobre y poco agraciada aldeana Aldonza Lorenzo. Pero, cuando el lector piensa que tiene claramente diferenciados los dos niveles que la novela establece, es decir, la "realidad" y lo que don Quijote percibe en su mente distorsionada, poco a poco su credulidad es puesta a prueba con sucesivos giros, matices y sorpresivas inclusiones. Todo comienza cuando, en el capítulo noveno de la primera parte, habiendo quedado interrumpido el relato del enfrentamiento de don Quijote con el vizcaíno, Cervantes nos "revela" que no es el auténtico autor de la obra que estamos leyendo sino un mero traductor, y que el verdadero autor responde al nombre de Cide Hamete Benengeli. Posteriormente, la narración de las aventuras del protagonista se verá interrumpida por las historias de la pastora Marcela, de la del cautivo en Argel y por la lectura de la novella El curioso impertinente y, ya en la segunda parte, la realidad "perceptible" se va deslavazando con los sucesivos disfraces del bachiller Simón Carrasco, las farsas e invenciones que los duques que alojan a él y a Sancho Panza en su castillo van creando para su propio divertimento, como las del caballo Clavileño o las de la Ínsula Barataria (esta última con el giro inesperado de que el escudero del Quijote deslumbra con un fino y sutil talento político, lo cual refuerza el carácter semialucinante de la narración) y la irrupción del Quijote apócrifo en la trama. ¿Cuántos niveles tiene, entonces, la "realidad" de Don Quijote de la Mancha?¿Qué es, entonces, la "realidad"? Según la obra, ¿existe algo que podamos definir con seguridad y certeza como la "realidad"?
Imagen de La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca creada con Midjourney junto a la portada de la obra
En una línea similar a la del Quijote, se mueve otra de las grandes obras de nuestro Siglo de Oro, la pieza teatral La vida es sueño (1635) de Pedro Calderón de la Barca. Segismundo se halla encerrado en prisión desde el día de su nacimiento sin saber que se trata de hijo de Basilio, rey de Polonia. Su padre tomó la decisión de recluirlo porque una profecía había presagiado su carácter despótico y autoritario. En un momento dado, el monarca, deseando comprobar la veracidad de la profecía realizada, saca dormido a su hijo de su encierro y lo lleva a la corte. Segismundo, confuso y desconcertado por el nuevo lugar donde se encuentra, actúa de la manera en la que indicaban los augurios y Basilio, alarmado por el carácter de su hijo, decide volverlo dormido al encierro de donde provenía. Segismundo, viéndose de nuevo en su celda, se pregunta qué es la realidad al no saber si sus vivencias en palacio fueron auténticas o solo se trató de un sueño. Observemos que, frente a Don Quijote de la Mancha, en la que cada personaje, en cada momento, cree saber qué es la "realidad" y es el lector el que sobrelleva el peso de la duda y la incertidumbre, en La vida es sueño es el protagonista el que se ha movido en dos niveles diferentes de percepción y duda cuál es el auténtico y cuál no lo es. Un paso más allá proporciona la novela Niebla de Miguel de Unamuno (escrita en 1907 y publicada en 1914), a la cual el autor dio la denominación de "nivola" por su carácter rupturista e innovador. El protagonista del relato, Augusto Pérez, va adquiriendo la conciencia, poco a poco, de que su vida no es controlada por él mismo sino que existe como un "autor" que la va dirigiendo y moldeando. Efectivamente, cuando estamos llegando al desenlace la obra, Augusto se encuentra con el autor que sospecha que existía, el propio Miguel de Unamuno, que irrumpe en su propia creación, y este le revela su perfil, en ultima instancia, efímero, fútil y casi fantasmagórico. Respecto a las dos obras anteriores, en Niebla damos un paso más: aquí, el personaje acaba tomando conciencia del carácter falso y virtual del mundo que le rodea y de cómo hay algo así como designios superiores que ponen en entredicho nuestro libre albedrío y nuestra capacidad de autodeterminación.
Imagen de Niebla de Miguel de Unamuno creada con Midjourney y portada de la obra
En la obra teatral La fundación (1974) de Antonio Buero Vallejo, la línea de evolución que hemos ido trazando continúa. En ella, su protagonista, Tomás, parece vivir en un idílico centro de investigación junto a otros cuatro colegas. Poco a poco, irán apareciendo señales que nos empiezan a hacer dudar de que la apariencia que estamos contemplando sea real. Progresivamente, la misma se va deshaciendo y va aflorando la realidad de los hechos: Tomás y sus compañeros están en la cárcel y son cinco presos políticos condenados a muerte en un régimen autoritario que han sido detenidos tras ser delatados por el propio Tomas, quien no fue capaz de resistir las torturas practicadas contra él por las fuerzas policiales. Aunque el desenlace de la obra no invita al optimismo (el escenario vuelve a adquirir su apariencia original de fundación con un ambiente ideal y placentero y acceden a él nuevos "residentes"), no es menos cierto que sí apoya la posibilidad efectiva de que cualquier persona puede tomar conciencia del carácter del entorno que le rodea y, con ello, preservar su dignidad esencial al huir del engaño, del velo que encubre la auténtica naturaleza de la realidad, y conocer y reconocer los verdaderos rasgos del mundo. Ello significa que, alcance o no la victoria, el ser humano puede alzarse sobre la ignorancia y la mentira y proclamar cuál es la auténtica condición de los hechos.
Imagen de La fundación de Antonio Buero Vallejo creada con Midjourney y portada de la obra
Esta preocupación temática no es exclusiva de la literatura sino que también ha pasado al cine y la televisión y encontramos varias ficciones que también ahondan en el universo de las realidades paralelas, las realidades alternativas y el carácter ficticio (por el motivo que sea) de la realidad percibida. Como primera mención, es inevitable referirnos a Luis Buñuel, cuyo surrealismo e indagación en el inconsciente son ya todo un desafío a la mirada convencional sobre la realidad. Como anteriormente ya publicamos un artículo sobre su figura, nos remitimos a él para una exposición más profunda y detallada. Tenemos que seguir mencionando La vida en un hilo (1945) de Edgar Neville, en la cual Conchita Montes llegaba a vivir las dos vidas alternativas posibles según eligiera casarse con Rafael Durán o Guillermo Marín, casi anticipando el concepto de "multiverso" que recientemente ha puesto de modo el universo cinematográfico de la Marvel. El prolífico realizador Jesús Franco a finales de la década de los 60 y principios de los 70 realizó varías películas que se basaban en los difusos límites entre la realidad y el delirio y prácticamente anticipaban el futuro imaginario temático y estilístico de David Lynch. En particular, hay que destacar Paroxismus o Venus in Furs (1969) y She Killed in Ecstasy (1971), esta última una de las que protagonizó la mítica y malograda Soledad Miranda y que hoy enlazamos en nuestra sección "Cine-Club". Arrebato (1979) de Iván Zulueta también giraba en torno a la evasión de la realidad y el refugio en una dimensión "cinematográfica" que permitiría algo así como una "eterna juventud". La serie que realizó José Luis Garci para RTVE, Historias del otro lado, emitida entre los años 1988 y 1996, también incidía en el tema de la desconfianza respecto a la realidad aparente y la existencia de dimensiones alternativas y paralelas. Abre los ojos (1997) de Alejandro Amenábar, bajo su apariencia de thriller, acababa revelando que era, en realidad, una película de ciencia-ficción que nos hablaba de la posibilidad de crear una sofisticada realidad mental, indistinguible de la realidad material, que solo existiese en el cerebro de un ser humano. Fuera del cuerpo (2004) de Vicente Peñarrocha, en clave de comedia dramática, mostraba cómo un guardia civil con graves problemas en su vida, interpretado por Gustavo Salmerón, descubría que lo que estaba viviendo correspondía a una película y lograba colarse en el rodaje y conocer a los intérpretes que daban vida a los familiares, amigos y compañeros de trabajo con los que se relacionaba en su rutina cotidiana. Finalmente, Ausentes (2006) contaba la historia de una mujer, Ariadna Gil, la cual, habiéndose ido a vivir a una urbanización de la periferia, se encuentra con que solo ella, su marido y sus hijos viven allí hasta llegar a un sorprendente desenlace que nos obliga a revisar y replantear todo lo que hemos visto con anterioridad en el film.
Para concluir con la relación de títulos, no puedo dejar de mencionar un libro reciente y su casi inmediata adaptación cinematográfica. Me refiero a la recopilación de relatos
El otro lado de la realidad (2020) de Luisa García-Grajalva y a
la película homónima del año 2022 de Gonzalo García-Pelayo. El libro de Luisa, entre otras muchas cosas, viene a ser un recorrido prácticamente exhaustivo por todas las vertientes de la temática que estamos abordando, por todos los mecanismos, recovecos y posibilidades imaginativas existentes para descubrir y adentrarse por las dimensiones "inalcanzables" de la "realidad", por explorar esas otras vidas que existen en la nuestra y que, habitualmente, pasan desapercibidas. La película no es una adaptación literal del libro sino que ofrece el mismo concepto pero desde una perspectiva diferente y, a la vez, enriquecedora: las animaciones que acompañan a los relatos y las reflexiones sobre la traslación del lenguaje literario al cinematográfico ahondan en la cuestión y terminan ofreciendo una panorámica completa del trasfondo que existe detrás de la misma, es decir, la sensación de carencia que nos invade y que nos fuerza a escapar y buscar otras opciones y alternativas.
Como creo que ha quedado demostrado con la enumeración realizada, el poner en cuestión la "realidad", o, mejor dicho, la "realidad percibida", el considerar que ninguna "realidad" es "inamovible", el dudar de la mera apariencia y el explorar qué hay verdaderamente detrás de ella, forma parte de la esencia de la cultura española y de muchas de las creaciones emblemáticas que han surgido de ella. No creo que sea una casualidad sino que ello no puede menos que asociarse a la idiosincrasia profunda de lo hispano y de su carácter más genuino. A fin de cuentas, la pugna nunca resuelta entre don Quijote y Sancho Panza y la progresiva invasión del idealismo del caballero andante en el pragmatismo de su bonachón escudero podría servir de molde o patrón para explicar nuestra Historia a lo largo de los últimos siglos, esa lucha constante entre el afán por alcanzar metas superiores y ese apego desmesurado a permanecer a ras de tierra sin plantearse que existen otros caminos los cuales recorrer. Mientras esa lucha no encuentre solución, el tema de la "realidad", la "irrealidad" y la existencia de "realidades alternativas" no dejará de ser abordado por nuestros creadores en los más diferentes ámbitos.
Artículos complementarios:
Comentarios
Publicar un comentario