Desde hoy y hasta el próximo 11 de agosto, en La dimensión súbita vamos a comentar algunos de los eventos más significativos de los Juegos Olímpicos de París 2024. Cada día, haremos mención a alguna de las disciplinas o acontecimientos que nos hayan llamado más la atención para explorar los aspectos más curiosos o que hayan pasado por alto, todo aquello a lo que las crónicas deportivas clásicas no suelen prestar atención. Como hacemos siempre, intentaremos descubrir la "dimensión súbita" de los Juegos Olímpicos.
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Aunque la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París 2024 es el próximo viernes 26 de julio, hoy, miércoles 24 de julio, han tenido lugar las primeras competiciones del apretado calendario de eventos. Aunque no es la primera vez que sucede en unas olimpiadas, a mí siempre me ha descolocado que los Juegos Olímpicos comiencen antes de que formalmente comiencen. Esas competiciones que han tenido lugar hoy miércoles y que tendrán lugar mañana jueves son algo así como "competiciones huérfanas", acontecimientos un poco fuera de lugar y fuera de tiempo que son algo así como un "no son", un "no están" o un "no sé qué soy ni cuándo estoy", un nirvana fisico-espiritual que pueden recordar a un contrayente que ha quedado plantado en el altar, a un político que se encuentra con que nadie ha acudido a su mitin o a una película que se proyecta ante una sala vacía de espectadores. Hay además otras dimensiones del hecho que, según el momento, también me desconciertan o me divierten. Uno de los momentos más intensos de la ceremonia de apertura será cuando un deportista, en nombre de todos los participantes, realice el "juramento olímpico", el rito por el que todos los contendientes quedan vinculados moralmente a los valores del olimpismo. Si se supone que este acto es tan importante y es el que señala la vinculación de los deportistas a un riguroso código deontológico, quienes compiten en estos dos días previos a dicha ceremonia oficial, ¿están comprometidos por dicho juramento o pueden ir a su propio aire y criterio haciendo y comportándose como mejor les parezca? Por otro lado, cuando observo en el calendario cuáles son las disciplinas que se juegan en estos dos días, veo que las mismas son, fundamentalmente, el fútbol y el rugby-7 (aparte de una presencia menor del tiro y del balonmano). Es curioso pero se tratan de dos deportes cuyas federaciones internacionales, la FIFA para el caso del fútbol, World Rugby para el "rugby union" y el "rugby-7" (también podríamos incluir a la International Rugby League para la variante del "rugby league"), no han demostrado nunca tener mucho interés en que sus disciplinas estén presentes en los juegos porque temen que los posibles torneos olímpicos puedan hacer sombra a sus propias competiciones oficiales. De este modo, el torneo de fútbol masculino es, basicamente, una competición de selecciones sub-23 con la posible inclusión de hasta tres jugadores mayores de esa edad. En el caso del rugby, solo está presente una disciplina que no es la que tiene mayor prestigio (la que protagoniza, por ejemplo, una competición más que centenaria como el Torneo 6 Naciones) sino una variante con menor numero de jugadores (15, el rugby tradicional, 7, lógicamente, el rugby-7), pero que, sin embargo, es mucho más ágil y espectacular. ¿Pudiera parecer que el Comité Olímpico Internacional coloca partidos de ambos deportes antes de la ceremonia oficial como una respuesta al desdén de FIFA y World Rugby por crear torneos olímpicos de envergadura con la presencia de las máximas estrellas? Sería muy poco olímpico si así fuera, pero, de todos modos, es un tema del que nadie quiere hablar ni abrir un debate sobre la cuestión.
Arriba, los pósters para los Juegos Olímpicos, en la parte superior, y los Juegos Paralímpicos, en la parte inferior, de París 2024, creados por Ugo Gattoni
No obstante, a pesar del ambiente anticlimático que pudiera rodear a estos partidos previos a la apertura oficial, sí ha habido amplia presencia de público en las gradas para contemplar los primeros lances de los juegos de las trigesimoterceras olimpiadas de la era moderna, espectadores que han proporcionado calor, animo y estímulo a los deportistas de la manera clásicamente contradictoria. Y digo esto porque si el lema olímpico es "lo importante no es ganar sino participar", los espectadores manifiestan de forma inequívoca un ferviente deseo de que sea su selección y sus jugadores quienes venzan en las diferentes contiendas. "Participar, ya participamos", pensarán, "ahora lo que toca es llevarse una medalla" (esta es otra de las contradicciones de los Juegos Olímpicos y, además, como ya he dicho, al no haberse realizado aún el "juramento", pues en estos dos días "lo que ocurre en París, se queda en París", sobre todo, cuando hay partidos que ni tan siquiera se disputan en la capital gala sino en Burdeos, Lyon, Niza Marsella, Saint-Etienne y Nantes, como ocurre en el torneo de fútbol). Tan contradictorio es el hecho que, en el primer partido de fútbol disputado, Argentina-Marruecos, hubo en el desenlace tensión, incidentes y gran confusión en torno al arbitraje y el VAR. A pesar de la teórica superioridad de la selección sudamericana, Marruecos supo defenderse muy bien de los ataques argentinos (sobre todo, supo limitar a la perfección los movimientos del delantero Julián Álvarez, jugador del Manchester City) y, de hecho, en el último momento de la primera parte, se adelantó en el marcador con un gol de Rahimi. Para más inri para los argentinos, nada más comenzar la segunda parte, se les pitó un penalty en contra que fue marcado nuevamente por Rahimi, quien logró, así, el primer doblete del campeonato. A partir de ese momento, Argentina empezó a jugar a la desesperada para intentar conseguir, al menos, un empate. Giuliano Simeone, en el minuto 22 del segundo tiempo, logró recortar la ventaja de Marruecos al rematar dentro de portería, casi desde debajo de palos, un preciso pase proveniente del lado izquierdo del área. Con el marcador estrechado, el partido empezó a enrarecerse. Sucesión de faltas y continuas interrupciones llevaron a que, al cumplirse el minuto 90, se aplicaran, nada más y nada menos, que quince minutos de descuento. Y, en el minuto 105 del segundo tiempo, llegó el caos.
Arriba, algunas de las imágenes del Argentina-Marruecos, partido inaugural del torneo olímpico de fútbol
En la que, teóricamente, iba a ser casi la última jugada del partido, a un tiro a puerta de Argentina que el portero marroquí evitó que entrara en portería lanzándolo hacia delante con ambas manos, le sucedieron una serie de rebotes y disparos al travesaño que terminaron con un gol de Cristian Medina en clara posición de fuera de juego. Sin que el VAR llegara aún a intervenir, empezaron a caer botellas y petardos sobre los jugadores argentinos que estaban celebrando el gol, cayeron bengalas y se produjo una invasión de campo, de manera que el árbitro decidió SUSPENDER el partido, aunque hasta el comentarista de Eurosport pensaba que lo que había pitado era el final del encuentro. La realidad fue que el encuentro estuvo detenido durante ¡¡¡ dos horas !!!, al cabo de las cuales se reanudó con la decisión del VAR anulando el gol argentino (aunque, paradójicamente, el motivo final de la anulación del gol no fue la posición antirreglamentaria de Medina sino un fuera de juego previo de Amione). Se jugaron los tres minutos restantes del partido y se mantuvo el 1-2 a favor de Marruecos, un resultado que, en principio, constituye una gran sorpresa ya que, teóricamente, Argentina se trataba de una selección superior. Pero, como ya explicamos en un artículo reciente, el fútbol es siempre la "dinámica de lo impensado". Todos califican lo ocurrido como una vergüenza pero, como ya he dicho, el juramento olímpico aún no ha sido pronunciado por lo que no sé si el hecho de haber jugado el partido antes de la ceremonia inaugural ha tenido relevancia o no. Pero los hechos han sido los que han sido. Y son tan lamentables como innegables.
Arriba, imágenes del Argentina-Marruecos, partido que terminó en medio de una enorme e inusitada polémica
Lo que ha sucedido en este partido refleja la gran contradicción que sacude el mundo del deporte (algo más sangrante cuando se tratan de unos Juegos Olímpicos), en el que, por un lado, nunca se deja de hacer referencia a toda una serie de valores y códigos morales y de honor pero, por otro, se suele imponer la dinámica de los triunfos y las victorias como único factor de mérito y relevancia. El romanticismo en el deporte tal vez existió en el pasado pero, a día de hoy, solo existe como homenaje que el ansia de éxito ofrece a la virtud del esfuerzo y la lucha. En la Vuelta Ciclista a España del año 1995, en la 12ª etapa, disputada entre Marbella y Sierra Nevada, el ciclista alemán Bert Dietz protagonizó una larguísima escapada y llegó primero al último tramo del puerto de montaña final. Por detrás, sin embargo, venía lanzado el líder de la carrera, Laurent Jalabert, y, apenas a doscientos metros de la meta, hubiese podido superarlo con suma facilidad. Pero, como Jalabert reconoció tras concluir la etapa, no fue capaz de sobrepasar en el último momento al compañero que, durante tantos kilómetros, se había esforzado por vencer. De todas maneras, Jalabert iba a ganar la Vuelta y creía que no se trataba de acaparar todos los trofeos y que era necesario arrinconar la soberbia y la arrogancia y actuar con un poco de (necesaria) humildad (en esos años, Miguel Induráin también solía tener la misma actitud en el pelotón). Evidentemente, era otro espíritu. Si, hoy, un ciclista se viera en la misma situación que Jalabert, ¿hubiera dejado vencer a Dietz? Francamente, creo que no. Y ello debiera constituir un importante motivo de reflexión.
Imágenes de la 12ª etapa de la Vuelta Ciclista a España 1995 (Marbella - Sierra Nevada):
Los valores humanos del deporte... Qué bien lo reflejas en la anécdota de Jalabert dejando ganar a quien se había esforzado durante horas y kilómetros, en una escapada en solitario, por alcanzar el triunfo de etapa, cuando podría haberlo superado con facilidad. Como también ref,lejas algunas actitudes y detalles de Indurain. Eso es elegancia y clase. Hoy las cosas han cambiado, se busca, por un lado, el espectáculo, por otro, el negocio. Aún así nos sigue emocionando que un equipo nuestro o un deportista alcance una medalla y se lleve la mano al corazón al escuchar el himno. Ahí no hay ideologías, hay sentimientos. Por eso siento que la política se mezcle con el deporte, que los valores deportivos humanos no siempre estén presentes. Gracias por las crónicas, tan completas, con reflexiones importantes además de la información, con conocimiento y, sobre todo, con esa escritura y ese oficio que se superponen al don, que lo tienes, no cabe duda, de espléndido escritor.
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