- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Publicado por
José Manuel Cruz Barragán
el
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
En la cuarta jornada de la 35ª edición del FANCINE, hemos visto tres películas muy diferentes. En primer lugar, la comedia negra danesa The Last Viking (2025) de Anders Thomas Jensen. Después, la película de terror sueca El geriatrico (Hemmet) (2025) de Mattias Johansson Skoglund. Y, para concluir, hemos cambiado de hemisferio y hemos visto el film brasileño Agente secreto (2025) de Kleber Mendonça Filho. Día de fuertes contrastes y de agradables sorpresas.
The Last Viking (2025) de Anders Thomas Jensen
Es normal y habitual en el FANCINE que se proyecten títulos que entran dentro de la categoría que se puede denominar "películas gamberras" (que, en mucho casos, no son, ni mucho menos películas menores). En cierto modo, The Last Viking podría incluirse dentro de esta etiqueta, una muestra de humor escandinavo que juega con descaro y contundencia a convertir la violencia, la brutalidad y el absurdo en motivo de carcajada. Se trata de una comedia negra (muy, muy comedia y muy, muy negra) con los carismáticos Nikolaj Lie Kaas y Mads Mikkelsen (que borda un papel muy diferente al de sus registros habituales) como protagonistas en los personajes de dos hermanos. Uno de ellos, el primero, un ladrón que pone el botín de su último atraco en manos del segundo, el cual padece un trastorno de disociación de personalidad, y que, tras pasar quince años en la cárcel, regresa con su familia para recuperar el dinero.
La película logra extraer humor vitriólico y esperpéntico de unas situaciones escabrosas y truculentas y, lejos de ser un espectáculo hueco, proporciona un discurso bastante ácido y muy poco disimulado sobre determinados males de nuestra época. Hemos entrevistado en más de una ocasión al filósofo Agapito Maestre, el cual nos ha hablado (y habló en el film Pensamiento insurrecto de Gonzalo García-Pelayo) del "encanallamiento" que sufren nuestras sociedades. The Last Viking vendría a expresar que, de volvernos todos "canallas", nadie se percibiría y sería percibido como tal, lo cual, claro está, tendría consecuencias sociales y colectivas desastrosas. Este mensaje viene a abrir y cerrar la película con menos sutileza que habilidad para exponerlo sin aristas pero también sin ambages y, entre medias, aparte de las excelentes interpretaciones de los dos protagonistas, hay que mencionar las de Sofie Gråbøl, Søren Malling, Lars Brygmann y Kardo Razzazi, quienes brillan a excelente nivel en sus papeles. Posiblemente, la trama relacionada con el padre de los protagonistas, por su diferencia de tono, provoca un cierto desequilibrio con el resto de la narración, único defecto obvio del film. Película para reírse pero, eso sí, con una sonrisa helada y con forma de mueca crispada y alarmada por el crudo retrato social que nos acaba presentando.
El geriatrico (Hemmet) (2025) de Mattias Johansson Skoglund
Si hasta ahora nos hemos centrado en la Sección a Concurso del certamen, nos salimos un momento de ella y visitamos la sección llamada Horrorzone que, como su nombre indica, engloba films especialmente centrados en generar sentimientos de miedo en el espectador. Con la película sueca El geríátrico,hemos cambiado completamente de registro en relación a The Last Viking y hemos pasado a una película de terror que podríamos calificar de serie B, cuyo presupuesto evidentemente reducido ayuda a crear un ambiente sórdido y asfixiante. La película sigue las pautas del terror más clásico con un ritmo que va in crescendo a partir de un comienzo de bajo perfil (simplemente con las insinuaciones justas de lo que se nos avecina) y, poco a poco (a través de breves puñetazos directos en la boca del estómago del espectador que nos recuerda en algunos momentos al David Lynch de Twin Peaks y a Insidious de James Wan) va conduciéndonos a un embudo límite y claustrofóbico, El geriátrico está sumida todo el tiempo en una atmósfera gélida, seca y carente de elementos emocionales obvios y subyuga al espectador no a través de un terror directo sino de señales que flotan en el metraje creando una sensación permanente de amenaza. Película sencilla pero de una efectividad plena y contundente a la hora de transmitir un poderoso tono malrrollero.
Agente secreto (2025) de Kleber Mendonça Filho
Para cerrar la jornada, volvemos a la Sección a Concurso y comentamos una de las películas estrella del certamen: Agente secreto del brasileño Kleber Mendonça Filho, director que ya ganó el primer premio del festival en el año 2019 con Bacurau. En esta ocasión, se vuelve a presentar con Agente secreto, película que se desarrolla en el convulso Brasil de 1977 y que ganó el Premio a la Mejor Dirección en el Festival de Cannes 2025. En un momento dado de este film, el delicioso personaje de doña Sebastiana, interpretado por una genial Tânia Maria, comenta, recordando sus años en Italia entre 1936 y 1942 que vio algo que no va a decir e hizo dos o tres cosas que no va a contar. El silencio, la desmemoria y la ignorancia sobre el pasado son algunos de los ejes temáticos de Agente secreto y los que explican, en gran medida, sus particularidades narrativas y estructurales y, al mismo tiempo, buena parte de sus defectos y desequilibrios. El film se divide en tres partes. La primera, logra que nos sintamos atraídos instantáneamente por los personajes que nos presenta. La segunda, peca de cierta descompensación. Pero la tercera brilla a un excelente nivel y prácticamente justifica que la película mereciera el galardón a la mejor realización en el festival más importante del mundo. Pero hay que reconocer que, al final, la estrategia dramática que el guion ofrece está plenamente justificada por las cuestiones que el director desea exponernos.
Y es que muchos de los personajes principales de la historia se ven afectados por agujeros del pasado que no logran ni rellenar ni dilucidar, por misterios y elusiones que, más allá de los hechos que ocultan, no les ayudan ni a explicarse a ellos mismos ni las biografías que han vivido ni el mundo que les ha tocado conocer. La película, de este modo, puede representar tanto un alegato en favor de recuperar el pasado para comprender y para comprendernos como, yo creo que más bien, la constatación de que muchas veces tenemos que seguir con nuestra existencia sin saber qué ocurrió, que sucedió y cuáles fueron las motivaciones últimas que empujaron decisiones que escapan a nuestro entendimiento. Recordar puede significar sentir dolor y pesadumbre y, por ello, preferimos muchas veces no saber a experimentar emociones perturbadoras. Kleber Mendonça Filho logra transmitir este mensaje a la vez que realiza una soberbia reconstrucción de cómo era su país a finales de los años 70, un país muy distinto al actual en el que, a pesar de las diferencias, laten tanto las inquietudes eternas del ser humano por mejorar, progresar y avanzar como sus sempiternas miserias y mezquindades. Posiblemente, Agente secreto hubiera necesitado de un menor metraje (dura casi dos horas y cuarenta minutos) y de un guion más compacto para terminar de ser redonda pero hay que reconocer que el conjunto brilla a buen nivel y logra implicar plenamente al espectador en la historia que nos cuenta y confirma a Kleber Mendonça Filho como uno de los grandes directores del panorama cinematográfico actual.




Comentarios
Publicar un comentario