"LAS PALABRAS DEL DESCONOCIDO", NUEVA NOVELA DE JOSÉ MANUEL CRUZ

35º FANCINE 2025 (2): "MOTHER'S BABY", "SINGULAR" Y "RESURRECTION"

En el segundo día del 35º FANCINE, una película austríaca sobre una maternidad desarrollada en circunstancias más que problemáticas, una película española que gira en torno a la Inteligencia Artificial (IA) y una película china (en coproducción con Francia y Estados Unidos) sobre la muerte del cine y su renacer han ocupado toda la jornada.

 

Mothers's Baby (2025) de Johanna Moder 

El terror siempre es más terror (o la inquietud siempre es más inquietud, si se prefiere un término más nebuloso y atmosférico) cuando las situaciones desasosegantes tienen lugar en nuestro ámbito más próximo, en el ámbito en el que nos sentimos más seguros y protegidosy que creemos tener bajo nuestro control. Por ello, cuando empezamos a ser conscientes (o empezamos a intuir) que el ámbito de nuestra familia y de nuestra intimidad ha sido violado de algún modo, la sensación de desamparo y de pérdida de anclaje se puede intensificar hasta límites insoportables. Eso es lo que ocurre a la protagonista de Mother's Baby, producción austríaca dirigida por Johanna Moer que, no por casualidad, remite al título original de La semilla del diablo de Roman Polanski (Rosemary's Baby), ya que la misma también gira en torno a un deseo de maternidad que desemboca en una situación en la que el desconcierto, la confusión y la incertidumbre llegan a dominar hasta la asfixia y el caos.


 

Mother's Baby evita en todo momento mostrar certezas explícitas o llegar a un desenlace epatante tipo Shyamalan para apostar su fuerza expresiva a un pavor flotante, tan indefinido como persistente, tan etéreo como constatable. La decisión del matrimonio protagonista de acudir a una clínica privada de fertilidad parece ir en el rumbo correcto hasta que en el momento del parto, filmado en un claustrofóbico plano-secuencia, hay algo que provoca un giro tan potente como inexplicado que sobrevuela como polvo en suspensión a lo largo del resto del film. La presencia del ajolote (doblemente perturbadora para quien tenga en mente el relato Axolotl de Julio Cortázar, publicado en el libro Fuera de juego en 1956), la interpretación del siempre ambiguo y poco tranquilizador Claes Bang (quien interpretara al director del museo en The Square de Ruben Östlund) en el papel de médico de la clínica privada a la que acuden los protagonistas y su frase de que "tenemos que renunciar a la vida que habíamos ideado para vivir la vida que nos espera" son tres de las muchas señales que ofrece la película para llevarnos hasta un árido y gélido laboratorio sin significados obvios que dejan a la interpretación del espectador el desvelamiento de unas claves tan escurridizas como potencialmente devastadoras.


 Singular (2025) de Alberto Gastesi


No abandonamos el ámbito de la familia y la maternidad en la película española Singular de Alberto Gestasi, protagonizada por Patricia López Arnáiz y Javier Rey, solo que un factor de rabiosa actualidad como la IA irrumpe en la trama para llevar el relato a territorios relativamente alejados de su punto de partida. Patricia López Arnáiz es una mujer que se dedica a entrenar a un avanzado modelo de IA llamada Lara pero que, al mismo tiempo, arrastra, junto a su exmarido, el trauma de haber sufrido la pérdida de un hijo pequeño. Ambos deciden reencontrarse para recordar al niño fallecido pero la cita va derivando, por una serie de circunstancias que (claro está) no podemos desvelar, en un laberinto cada vez más enrevesado que no parece hallar salida. Singular es una película voluntariosa y, hay que reconocer, correctamente filmada pero, no obstante, su revelación fundamental será claramente previsible para cualquier espectador aficionado a la ciencia-ficción mínimamente avezado y, además, sus continuos giros acaban quitando claridad a la trama sin aportar, en contrapartida, mayor profundidad a la cuestión fundamental que sustenta su desenlace, el cual habría ganado en potencia si muchas de las cartas que permanecen ocultas a lo largo del metraje hubieran sido puestas sobre la mesa si no desde el principio al menos mucho antes de cuando el guion las desvela (lo cual demuestra que el "efecto sorpresa" no siempre es el más recomendable en según qué tramas y situaciones). En definitiva, Singular es una película que, en contra de las expectativas iniciales, sí puede acabar causando mayor impacto en audiencias que no sepan demasiado (o, incluso, que sepan muy poco) de ciencia-ficción y de alguno de sus títulos más emblemáticos.


 

Resurrection (2025) de Bi Gan


El director chino Bi Gan impactó profundamente en el año 2019 con su película Largo viaje hacia la noche, un film que, contra todo pronóstico o expectativa que hubiéramos podido formarnos en el pasado, nos hizo descubrir que Wong Kar-Wai tenía un heredero directo que, con su misma voluntad de estilo, llevaba su acusado esteticismo a terrenos muy alejados del director que podíamos tomar como su faro y guía: había claros nexos de unión pero también renovación, avance y personalidad propia. Es decir, estábamos asistiendo a un proceso de continuidad sin imitación o mimetismo, al nacimiento de un autor con raíces sólidas pero con conciencia clara de poseer un universo propio y personalísimo. En Resurrection, ese universo llega a su paroxismo con una historia o, mejor dicho, una falta absoluta de historia, reemplazada por una sucesión de subhistorias de levísima trama argumental pero que giran en torno a una idea que ya estaba presente en su anterior film: la reivindicación del cine como un medio de explicar la vida y un afán obsesivo por explorar las formas cinematográficas con un alud multirreferencial que remite a multitud de títulos o tendencias que requerirían de varios visionados del film para identificarlos íntegramente. Pero, aunque hemos hablado de falta absoluta de historia unificadora, sí que hay un punto de partida que sirve de trasfondo general a los ciento sesenta minutos de metraje y que, en cierto modo, recuerda (y aquí ya menciono unas primeras referencias a tener en cuenta) a lo que se planteaba en Lemmy contra Alphaville de Jean-Luc Godard o Fahrenheit 451 de Ray Bradbury: en una época futura en la que los sueños están proscritos, algunos que quieren seguir soñando (los Delirantes) se refugian en el cine para poder soñar, como si siguieran a rajatabla la famosa cita del crítico André Bazin, el cual afirmaba que "el cine es el sustituto de la forma en que deseamos ver el mundo". Pero, ¿estamos solo hablando de cine?

 

 

Una de las dudas que terminamos albergando conforme vamos viendo Resurrection en sus continuos y en parte incomprensibles meandros narrativos es si se trata solo de un descomunal homenaje al cine y de una especie de canto de cisne del séptimo arte que lamenta que viejos modos y maneras se hayan extinguido o si, de manera velada, hay una crítica profunda a muchas situaciones actuales. Se habla, al principio del film, de una futura "era salvaje y brutal" y nos podemos preguntar si esa hipotética era es, precisamente, la nuestra o, tal vez, la de algún país concreto que también prohíbe los sueños y que el director no puede nombrar porque ello le acarrearía consecuencias negativas. Pero aquí no terminan nuestras dudas y perplejidades. Porque resulta sorprendente que, en un director tan obsesionado por la forma cinematográfica, como hemos comprobado cuando hemos visto sus dos últimas películas, haga decir a uno de sus personajes en Resurrection que las formas son puras ilusiones que no tienen vida propia. Desde un punto de vista filosófico, nunca un director de cine se ha aproximado tanto a los puntos de vista platónicos hasta el punto de hacer equiparar los fotogramas a algo así como las sombras proyectadas (eso si, con esmerado mimo) en las paredes de la caverna. ¿Qué nos está queriendo decir Bi Gan?¿Que debemos tomar sus películas como el eco de una realidad que debemos descifrar a través de sus arrebatadas imágenes?¿Como fabulas de las que solo el espectador puede extraer la moraleja definitiva?



Resurrection, como ocurría con Largo viaje hacia la noche, es una película que casi empieza cuando termina, que inicia su recorrido en la mente del espectador cuando las luces de la sala de cine se encienden y la reflexión concienzuda empieza a desbrozar todos los enigmas y misterios del film desentrañando un mensaje oculto y esclarecedor. Si al final de Week end (1967), Jean-Luc Godard afirmaba que el cine había muerto, en el desenlace de Resurrection Bi Gan parece querer decirnos: "Sí, el cine ha muerto pero yo lo he hecho renacer para vosotros a través de mis imágenes". Y lo hace con un despliegue visual tan insólito como subyugante que culmina en un plano-secuencia tan descomunal como el que constituía el segundo segmento de Largo viaje hacia la noche y que es el broche final perfecto para un torrente colosalmente hipnótico que solo puede ser detestado o venerado. Yo me inclino por lo segundo y voy más allá al afirmar que Resurrection, después de varios años de cierto hastío visual, ha logrado que me reconcilie con el cine actual y me ha hecho creer que el séptimo arte tiene aún mucho futuro y muchos hallazgos y revoluciones por descubrir. Como dije ayer, a través del fantastique se puede llegar a lo inefable, lo exquisito y lo excelso. Resurrection lo hace y nos devuelve la fe en que el cine puede ir mucho más allá de la apariencia y alcanzar verdades tal vez vetadas para otras artes y disciplinas.





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