"LAS PALABRAS DEL DESCONOCIDO", NUEVA NOVELA DE JOSÉ MANUEL CRUZ

EL MONASTERIO DE LA RÁBIDA: LA DENSIDAD DE LA HISTORIA

En el dibujo superior, recreación del histórico Monasterio de La Rábida en Palos de la Frontera (Huelva)


En Palos de la Frontera (Huelva), discreto, sencillo y solitario se ubica el Monasterio de Santa María de La Rábida. No se trata de una construcción fastuosa, lo cual, después de visitarlo, se agradece, porque fastuosidad suena a algo así como faustosidad, a pacto fáustico, al afán de Fausto por lograr una espuria inmortalidad aunque tuviera que vender su alma al diablo. El Monasterio de La Rábida es todo lo contrario: ha obtenido su lugar eterno en la Historia desde la humildad y la modestia franciscanas, desde el espacio callado abierto al sosiego, la calma y la reflexión. Podemos atravesar la misma puerta que atravesó Cristóbal Colón a finales de 1484 o principios de 1485 y, desde el momento en que cruzamos el umbral, sabemos, sentimos y percibimos casi por revelación o clarividencia los motivos por lo que fue en ese lugar donde se empezó a fraguar el éxito de su propuesta tras el fracaso sufrido en Portugal: La Rábida es piedra que invita a la escucha, solidez porosa presta a captar el murmullo de los tiempos y los sonidos de la época, atalaya en la que la falsedad chirría como tiza embustera sobre la pizarra, es caja de resonancia que prueba la sinceridad de palabras y pensamientos porque su hierática sobriedad es termómetro irrefutable de imposturas e incoherencias. La Rábida se nos presenta con docilidad y timidez cuando es uno de los lugares más importantes de la historia de España, de Europa, de América y del mundo, el punto geográfico en el que se dibujó la bisagra entre dos eras históricas y que ayudó a crear el mundo actual tal como lo conocemos. Ante nuestros ojos, se dibujan los testimonios de ese pasado decisivo con conmovedor recato, sin soberbia ni alharacas pero, en esa falta de arrogancia, brillan aún más los ecos de una Historia deslumbrante que supuso, tal vez sin quererlo, tal vez sin esperarlo, un cambio radical e inesperado de época, un cambio que nos formó, nos constituyó y, simultáneamente, nos explica y nos configura.


En el dibujo superior, recreación del Muelle de las Carabelas en Palos de la Frontera (Huelva)

 

Como no podía ser de otra manera, muy cerca de La Rábida se halla el Muelle de las Carabelas, museo en el que se pueden contemplar las réplicas de las tres naves con las que Colón llegó a América creyendo que eran las Indias. Hay que visitar el Muelle porque solo así podremos comprender la magnitud de la heroicidad que significó el primer viaje colombino, el desafío que supuso cruzar el Atlántico con unas embarcaciones que, a nuestros ojos, solo nos pueden parecer frágiles, precarias y una auténtica fuente de peligro letal para sus tripulaciones. Sin embargo, estos barcos atravesaron el mundo conocido, se adentraron en aguas ignotas y terminaron llegando a las costas de lo que hoy es la República Dominicana. Subir a los barcos es imaginar inmediatamente cómo se pudieron sentir en ellas los marineros cuando se vieron completamente rodeados de las aguas atlánticas sin saber cuál iba a ser su destino e ignorantes de con qué se podían encontrar. Creo que Palos de la Frontera, el Monasterio de La Rábida y el Muelle de las Carabelas no tienen el reconocimiento que se merecen como lugares fundamentales para conocer y comprender la Historia. Los tiempos no acompañan para ofrecer una valoración justa de su trascendencia. Pero no me cabe la menor duda de que son lugares que tenemos que visitar una vez en la vida porque en ellos se forjó el presente. Nada sería igual sin lo que allí ocurrió y, más allá del negativismo que puede despertar ese fundamental período temporal, hay que fijarse en un elemento que nos puede servir de guía y criterio para el momento que estamos viviendo. En el centro de interpretación adjunto al muelle, hay un ejemplar del Tratado de Tordesillas de 1494, el acuerdo por el que España y Portugal fijaron los criterios de reparto de las tierras recién descubiertas. Las dos potencias de la época optaron por la negociación en vez de por la guerra, eligieron el pacto en vez de la contienda armada. Cuando, a día de hoy, escuchamos discursos bélicos por doquier, no está de mal recordar que los mandatarios de la época se inclinaron por evitar el conflicto y procurar el arreglo pacífico de las desavenencias. Tal vez, no deberíamos mirar tan por encima del hombro a esa etapa de nuestro devenir histórico contemplando tal muestra de lucidez.

En el siguiente vídeo, pueden ver imágenes del Monasterio de La Rábida y del Muelle de las Carabelas:



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