"LA PIRÁMIDE DEL ALMA" DE JORGE ESQUIROL: PERFIL DE UNA ASCENSIÓN/PERFIL DE UN PROCESO


"Tu intuición te puede responder contrariamente a tu comprensión, y el avance está en el equilibrio entre tu intuición y tu comprensión". Eso se afirma en la página 29 de La pirámide del alma de Jorge Esquirol y ahí queda expresada una de las ideas motrices de este libro, un punto inclasificable aunque, una vez leído, resulte nítido y cristalino en los diferentes niveles en los cuales se desenvuelve, una narración que corrobora algo que ya se dice en otra obra de la que también hablaremos en los próximos días y que viene a desvelar que en España se hace filosofía haciendo literatura y se hace literatura a la vez que se filosofa en la convicción de que solo se puede pensar bien si se escribe bien y que solo cabe transmitir adecuadamente los pensamientos si se hace desde la amenidad, la claridad y la transparencia. La pirámide del alma se puede emparentar con un cuento de Miguel de Unamuno titulado Del canto de las aguas eternas (debo apuntar que un relato del Premio Nobel 2023 titulado Blancura también me recuerda mucho a dicho cuento, posible influencia que no sé si algún crítico ha llegado a advertir) en el que el viaje físico es la metáfora de un trayecto espiritual, de un proceso de revelación en el que se alcanzan verdades que resultaban ajenas al principio del periplo. Cada paso del personaje no es, en realidad, un paso en el espacio sino un avance en su interior, una etapa en ese proceso de interiorización en la conciencia propia del que ya hablaba San Agustín y ese proceso de autoconocimiento es el medio fundamental para conseguir la paz consigo mismo y la armonía con el mundo y para alcanzar un mayor nivel de desarrollo y de perfección. El ascenso de La pirámide del alma es, en última instancia, un ascenso hacia escalas superiores de autocontrol y sabiduría.



Al contrario de lo que ocurre en el cuento de Unamuno con el río junto al cual camina el protagonista (que es simbólico y nunca es nombrado ni identificado), el escenario físico de La pirámide del alma es real y bien conocido: la pirámide es la de Chichen Itzá, en la península de Yucatán, en México, pirámide que es, en realidad, el templo de Kukulkán. El simbolismo del lugar viene marcado, entre otros elementos, porque, en maya, Chichen Itzá significa "la boca del pozo de los sabios del agua" y por el hecho de que cada uno de las cuatro caras de la pirámide tiene 91 escalones, con lo cual, si añadimos el último escalón que nos serviría subir a la cúspide de la construcción, suma la cifra de 365, el número de días de un año, de modo que la subida (metafórica) por ella es una representación no solo de la vida (el libro juega a lo largo de su desarrollo con ese paralelismo) sino, sobre todo, de un proceso vital que significa avance, progreso y crecimiento. Podemos leer la obra (que, con sus 141 páginas, se hace con sencillez, agilidad y fluidez) como una narración metafórico-psicológica de alguien que ha decidido dar un giro radical y decisivo a su vida, como la exploración de un proceso de mejora personal y de depuración de cargas y lastres del pasado (de descontaminación anímica, en suma) y, si se cree en realidades trascendentes o se posee convicciones religiosas, como el retrato de las etapas que implica todo camino de desarrollo espiritual. Cualquiera de esas lecturas es posible porque así lo permite la obra, que, algo que hay que recalcar, no encaja en el simple molde de "libro de autoayuda" ya que incita más a la reflexión del lector sobre su propia situación que no a la adopción por parte de este de métodos y procedimientos engañosamente milagrosos que van a producir grandes cambios en su vida por arte de magia. El libro no cae en ningún momento en ese tipo de trucos sino que es un acicate continuo a la meditación serena y pausada para que cada cual adopte su propia visión y perspectiva.


En el dibujo superior, representación imaginada de un hipotético ascenso a la pirámide de Chichen Itzá (imagen creada con Midjourney)


Tras llegar a la última página de La pirámide del alma, por supuesto que querremos visitar Chichen Itzá y percibir el aire mágico y magnético que envuelve al lugar, pero, sobre todo, nos plantearemos la pertinencia de iniciar un proceso como el emprendido por el protagonista del libro con el fin de alcanzar un nivel superior en el desarrollo personal. Ese es, en última instancia, uno de los temas fundamentales de muchas situaciones vitales de nuestra época: las de aquellos que, cansados y hastiados por el ruido ambiental y el torbellino de rabia y furia circundante, intentan refugiarse en ellos mismos y adquirir fortaleza para resistir mejor y sobrevivir a los duros embates de la realidad. Para muchos, es la única opción frente al caos y el desconcierto. Si quieren ampliar información sobre La pirámide del alma, en el siguiente enlace pueden acceder a la conversación que he mantenido con Jorge Esquirol y donde, aparte de profundizar en la temática de la obra, sin dejar de hablar de ella también nos deslizaremos por derroteros resbaladizos en los que comentamos diferentes aspectos de la situación del sector cultural español. Espero que la disfruten.


CONVERSACIÓN CON JORGE ESQUIROL


En el dibujo superior, representación de dos hombres sentados junto a la pirámide de Chichen Itzá (imagen creada con Midjourney)




Comentarios