Tras la tónica de películas de ficción aceptables pero sin excesiva brillantez (salvo Sorda) de viernes y sábado), la tercera y cuarto jornada del Festival de Málaga supuso un cambio de tendencia y empezamos a ver películas de mayor nivel y enjundia. La institución familiar, con sus cambios y sus crisis, fue una línea que pareció vertebrar la mayoría de títulos que fueron proyectados.
Domingo, 16 de marzo de 2025
Nunca fui a Disney de Matilde Tute Vissani
Esta película argentina es un producción independiente de muy bajo presupuesto del género coming of age que relata el paso de la infancia a los primeros atisbos de madurez de la protagonista (Lucía Martínez Lag), una niña de 12 años que se enamora por primera vez en su vida y sufre un desengaño al mismo tiempo que descubre las primeras grietas que antes no había percibido en la aparentemente perfecta estructura familiar. Nunca fui a Disney es una película realizada con gran delicadeza y sensibilidad muy bien rodada, aunque, mientras la vemos, no podemos dejar de pensar que hay muchas películas similares, entre ellas algunas españolas recientes como Ojos negros (2019) de Marta Lallana e Ivet Castelo, que fue programada en el Festival de Málaga 2019, y Les Perseides (2019) de Alberto Dexeus y Ànnia Gabarró. La directora del film, Matilde Tute Vissani, se convierte en un nombre a seguir y hay que desear que logre materializar un proyecto de mayor entidad y envergadura para poder formar sobre ella una opinión mejor fundamentada.
Los Tortuga de Belén Funes
Arriba, cartel y fotograma de Los Tortuga de Belén Funes
La barcelonesa Belén Funes, que ya brilló con los cortos Sara a la fuga (2015) y La inútil (2017) y con su opera prima, La hija de un ladrón (2019), realiza ahora con Los Tortuga una obra mayor que es toda una confirmación de su madurez como directora. Los Tortuga es una historia de emigrantes, de personas (sobre todo, mujeres) con recursos económicos limitados y que viven siempre en el filo de la navaja. La protagonista, la joven Elvira Lara, vive en Barcelona, de padre jiennense y madre chilena (interpretada por la chilena Antonia Zegers), y quiere estudiar cinematografía. Cuando empieza la película, su padre acaba de fallecer en un accidente de automóvil y la madre tiene que mantener a ambas con su precaria actividad como taxista. Al principio del film, vemos a madre e hija en Jaén, con su familia paterna, en el inicio del duelo por el fallecimiento del padre (toda la película sera también una representación sutil de ese proceso de
duelo por esa muerte que encontrará su cierre al final del film). A continuación, tras casi media hora de metraje, aparece el título de la película, como aviso de la condición personal de las protagonistas, su condición de emigrantes (en Jaén, eran conocidos como "los tortuga" a quienes, con su maleta a cuestas, abandonaban su lugar natal para buscar un futuro mejor en alguna de las grandes ciudades o zonas industrializadas, en España o fuera de España). Subyace en la historia la moraleja de que esas personas, que vienen de un entorno de escasas posibilidades, siguen ancladas en una situación de similares características: hay un mero cambio de escenario pero no un cambio de posición de las personas en la estructura social.
Mientras veía la película, he llegado a pensar que, aunque la acción transcurre en un período de tiempo limitado, los sucesivos cambios de escenario (entre Jaén y Barcelona) suponen también un viaje en el tiempo: desde el pasado que vivieron estas personas, al presente que tienen que vivir y al futuro que se vislumbra en el horizonte. Le pregunté sobre esta cuestión a la directora en la rueda de prensa posterior a la proyección de la película y me dijo que "habían intentado todo el rato traer al presente esta historia de emigración. De hecho, hemos incorporado dos fotografías de Xavi Miserachs, que fue el fotógrafo catalán que retrató los procesos migratorios de Andalucía a Barcelona. Cuando aparecen estas dos fotografías en la película, es un momento que me gusta mucho porque nos costó muchísimo conseguirlas y, para mí, dan a la película una entidad única que esté ahí porque traen de vuelta toda la historia y nos cuentan que los procesos migratorios han durado mucho a lo largo del tiempo: hubo una intensa emigración en los 60, hubo otro proceso en el 92 y, ahora, se está produciendo un proceso inverso desde la ciudad al campo. (...) Creo que es por ahí por donde te ha llegado esa sensación". Es decir, en última instancia, no se retrata la emigración como hecho aislado temporalmente sino formando parte de un conjunto que se ha prolongado durante varias décadas. Con una realización precisa y fuertemente expresiva y un gran trabajo de las actrices principales (aparte de Elvira Lara y Antonia Zegers, no podemos dejar de mencionar a Mamen Camacho en su papel de tía de la joven protagonista), Los Tortuga es ya uno de los grandes títulos a recordar de este Festival de Málaga.
Esmorza amb mi (Desayuna conmigo) de Iván Morales
Una de las grandes sorpresas del certamen ha venido, curiosamente, no de la Sección Oficial sino de la Sección Zonazine. Se trata de Esmorza amb mi (Desayuna conmigo), opera prima de Iván Morales que ha adaptado una obra teatral de su autoría. Protagonizada por Álvaro Cervantes, Anna Alarcón, Iván Massegué y Marina Salas, se trata de un conjunto de historias cruzadas de unos personajes atravesados por trayectorias que los han dejado con heridas sin cicatrizar a pesar de que quieren aparentar solidez y estabilidad en sus vidas. Diversas circunstancias hacen volar por los aires las máscaras que se han creado y ello les llevará a una crisis que les obligará a tomar decisiones radicales y definitivas. Para contar las historias de cada uno de los personajes, se acaba siguiendo no un orden lineal en el desarrollo de los acontecimientos, de manera que el espectador podrá ir reconstruyendo en su mente cómo se sucedieron exactamente los mismos.
La película se beneficia de un gran guion de Almudena Monzú e Iván Morales (donde se aprecia con rotundidad la experiencia como autor teatral de este último), un excepcional montaje de Jaume Martí, fundamental para sostener el relato no lineal de los hechos antes mencionado, y cuatro intérpretes que brillan a altísimo nivel, debiendo añadir a ese elenco a Oriol Pla, que da vida de manera magistral a un personaje tan llamativo como inquietantemente ambiguo. Por todo lo dicho, Esmorza amb mi (Desayuna conmigo) es un ejercicio cinematográfico deslumbrante en el que se combina la destreza narrativa con la calidez emocional, siendo capaz de lograr la complicidad plena del espectador con los avatares y circunstancias de unos personajes que, intentando olvidar y enterrar el pasado, no están haciendo otra cosa que hipotecar su propio presente.
8 de Julio Medem
Uno de los momentos más esperados de este festival era el estreno del último proyecto de Julo Medem, 8, expectación generada por el hecho de que el director vasco nunca deja indiferente con sus propuestas y tampoco su nueva película representa una excepción. Medem siempre camina en sus films al borde del abismo, siempre se mueven entre el delirio y la genialidad, entre el asombro y la desmesura. 8 es un recorrido sui generis por la historia de España a lo largo de 90 años a través de las vidas de un hombre (Javier Rey) y una mujer (Ana Rujas) cuyas biografías se irán entrelazando durante ese prolongado período de tiempo, sintetizado en, precisamente, ocho fechas muy concretas. Ambos nacerán el mismo día, el 14 de abril de 1931, que será el primer hito de la trama, para después ir viajando a 1939, 1952, 1964, 1977, 1992, 2007 y 2021. El plano secuencia y la ruptura de la continuidad con fundidos a blanco son los recursos formales favoritos del director para articular la narración y ello sirve para intensificar el carácter febril y casi de fábula soñada del relato, que, lejos de pretender una reconstrucción fiel del contexto histórico, pretende más bien construir sucesivos espacios simbólicos que pretenden representar no tanto la piel de España como su idiosincrasia.
Arriba, equipo de 8 el día de la presentación de la película en el Cine Albéniz en la Sección Oficial Fuera de Concurso
Como en casi todas las películas de Medem, su empeño es arriesgado, descomunal y extremo, desbordando patrones, cánones y estructuras y resulta difícil emitir un juicio contundente sobre el film en la medida en que es una montaña rusa en la que junto a instantes de gran belleza poética hay otros momentos que ofrecen más dudas al espectador. No se puede dejar de elogiar el trabajo de todo el reparto (sobre todo, el de sus tres protagonistas, Javier Rey, Ana Rujas y Tamar Novas, pero también el realizado por Carla Díaz, Álvaro Morte y Loreto Mauleón) ni tampoco el grandioso empeño técnico que atraviesa todo el metraje y, probablemente, no habrá una opinión única sobre la valoración global de la película: cada espectador establecerá una relación personal con ella y habrá tantas opiniones e impresiones como personas que la vean. Yo me quedo con el prodigioso talento de Medem para crear iconografías hipnóticas que tienen la capacidad de atraparnos más allá de su posible (o imposible) interpretación lógica y del equilibrio de todo el conjunto. 8, más allá de su imaginería impactante, logra ser, al mismo tiempo, una lúcida mirada al cainismo que parece dominar el alma española y para el que hay, en última instancia, un sueño, como el que Azaña esbozó en uno de sus más célebres discursos como presidente de la República durante la Guerra Civil, de "paz, piedad y perdón".
Lunes, 17 de marzo de 2025
La terra negra (La tierra negra) de Alberto Morais
Sin duda alguna, La terra negra (La tierra negra) es una de las propuestas más extrañas no solo que hemos visto en esta edición del certamen sino que desde que asistí por primera vez al festival allá por el año 2012. La película, quinto film del valenciano Alberto Morais, tras Un lugar en el cine (2008), Las olas (2011), Los chicos del puerto (2013) y La madre (2016), se desarrolla en el contexto de un entorno rural en el que dos hermanos (Laia Marull y Andrés Gertrúdix) tienen que mantener un negocio de fabricación de piensos para granado tras la muerte de su padre. Allí llega como empleado un extraño hombre que viene de fuera (Sergi López) que desequilibrará las relaciones entre los hermanos entre sí y de los hermanos con los vecinos del pueblo. El estilo de la película remite, por un lado, al cine de Dreyer, con un ritmo, un tono y unas interpretaciones que recuerdan, en muchos momentos, a la película Ordet (1955) del director danés, además de la presencia recurrente de símbolos religiosos (ya en el comienzo aparece el cuadro Agnus Dei de Zurbarán y la música de La Pasión según San Mateo de J. S. Bach) que contrastan con un contexto duro, implacable y falto de cualquier atisbo de compasión.
Por otro lado, también encontramos ecos del Teorema (1968) de Pier Paolo Pasolini, con la llegada de ese individuo de fuera que rompe órdenes, rutinas y esquemas preestablecidos. Los actores brillan a altísimo nivel y la película está impecablemente filmada, aunque mis dudas se centran en valorar si la arquitectura final del film llega a ser o no plenamente coherente en su globalidad. La presencia ya mencionada de iconografía religiosa a lo largo de todo el film, los poderes paranormales que parece poseer el personaje de Sergi López y, por contra, la ausencia absoluta de cualquier señal de trascendencia me parece una contradicción casi insalvable que afecta a toda la estructura de la película. Valoro, no obstante, de manera muy positiva la voluntad de hondura y de rigor estético de la propuesta, rasgos que echo muchísimo de menos en buena parte del cine actual.
Una quinta portuguesa de Avelina Prat
Una quinta portuguesa ha sido una de las grandes sorpresas del certamen hasta la fecha. Segundo film de Avelina Prat, tras Vasil (2022), la directora logra dar un innegable salto de calidad con una historia protagonizada por Manolo Solo y María de Medeiros (que, como dijo con gracia en la rueda de prensa posterior a la proyección de la película, "estaba encantada de poder hacer de portuguesa"), que habla de frustraciones acumuladas, pérdidas de identidad y búsquedas del lugar donde sentirse plenamente integrado y pleno. Se podría describir la evolución del personaje protagonista (se lo dije a la directora y ella estuvo de acuerdo) como la de un profesor de cartografía (Manolo Solo) que al comienzo de la película afirma que "la mejor manera de conocer el mundo es dibujándolo" y que, al final, descubre que ello es así, que la única forma posible es recorriéndolo, viviéndolo y sintiendo los pies sobre la tierra, viaje o proceso que el personaje de María de Medeiros (propietaria de la quinta a la que el protagonista acaba llegando) ya ha recorrido con anterioridad desde el mismo comienzo del film y que, por tanto, comprende perfectamente las circunstancias y sentimientos del otro.
Arriba, imágenes de la rueda de prensa de Una quinta portuguesa en el 28º Festival de Málaga
Una quinta portuguesa es una película que da, a través de tres actos claramente diferenciados, la impresión de "vida que fluye", reforzada por la más que convincente interpretación de los dos protagonistas, de representación realista de cómo se van sucediendo los hechos y los acontecimientos en la realidad, de forma incontrolada e imprevisible, fuera de todo cálculo o expectativa. El segundo film de Avelina Prat es una cinta intimista que logra crear una atmósfera sensible y delicada en la que el espectador se sumerge como si la saudade lusa le fuera invadiendo con ritmo calmo y sereno para susurrarnos al oído que nunca se puede saber dónde va a estar nuestro destino final y el lugar donde podemos ser felices.
Aullar de Sergio Siruela
Arriba, dos fotogramas de Aullar
Otra agradable sorpresa del certamen ha sido, en la Sección Oficial Fuera de Concurso, la proyección de Aullar, con dirección de Sergio Siruela y producción de Ezekiel Montes (quien, en el certamen de 2021, presentó Hombre muerto no sabe vivir) y con Elena Martínez, Antonio Dechent, Paco Tous, Adelfa Calvo y Antonio Jesús Serrano en el reparto. Esta producción malagueña es un retrato social intimista inserto en una cotidianidad claramente reconocible en que su protagonista, Mamen, es una mujer que cuida en solitario de su hijo (ayudada con frecuencia, eso sí, por una vecina interpretada por Adelfa Calvo), que acumula un par de trabajos para poder vivir y que arrastra un sueño artístico que no logra ver avanzar ante las complicadas circunstancias que vive. Todo se complicará cuando reaparezca en su vida su padre, Antonio Dechent, que sufre un grave problema de alcoholismo. Aullar es una película tremendamente honesta y sincera, que se beneficia de la implicación y compromiso de todo un reparto (destacando la portentosa interpretación de Dechent) que logra dar plena humanidad y verosimilitud a los tipos humanos escritos en el guion. Contemplamos un fragmento de vida y, como en la vida ocurre, nada concluye, todo sigue y el final feliz, posiblemente, aún esté (o no) por llegar. Hemos tenido la oportunidad de hablar con el equipo de la película y pueden escuchar nuestra conversación con ellos en el podcast al que se accede a través del siguiente enlace:
CONVERSACIÓN CON EL EQUIPO DE AULLAR
Perros de Gerardo Minutti
Arriba, cartel y fotograma de Perros
Terminamos el lunes con esta producción entre Argentina y Uruguay, dirigida por Gerardo Minutti, en el que es su primer largometraje. En Perros, visitamos un barrio de Montevideo en el que una familia se marcha de vacaciones y pide a otra familia vecina que revise la casa y cuide del perro que van a dejar allí. A partir de este hecho mínimo, se desencadenarán una serie de acontecimientos que pondrán a prueba la capacidad de convivencia de los habitantes del lugar. Perros es una historia que transcurre a lo largo de todo el metraje en un estado de permanente "latencia", tememos que algo pueda ocurrir, que todo se vaya a desbaratar de forma abrupta, pero la situación sigue en un estado de tensión implícita que ni explota pero que tampoco logra evaporarse. En toda la trama, flota como una amenaza ambigua e indefinida la figura de un mecánico, dueño del taller del barrio, que, con mínimas acciones, logra azuzar el mal ambiente y parece querer capitalizar a su favor cualquier problema o conflicto. Gerardo Minutti sabe combinar bien naturalismo, costumbrismo y la creación de una atmósfera que se va enturbiando poco a poco conforme el metraje avanza, aunque hubiera sido de desear que hubiera pulido el guion de cara a aumentar el ritmo y la intensidad del film. Las eficaces interpretaciones de todo el reparto (Néstor Guzzini, María Elena Pérez, Marcelo Subiotto y Noelia Campo en los papeles principales) consiguen que la película capte en todo momento nuestra atención y hagan las situaciones perfectamente creíbles y convincentes.
CODA.- Las de antes, eran épocas en que cada persona siempre solía tener unas referencias esenciales en su familia y en su lugar de nacimiento. En estos tiempos de incertidumbre y de expectativas siempre insatisfechas, se intentan construir familias que no tengan nada que ver con la sangre y los genes y se buscan lugares en los que vivir en los que uno no se sienta incómodo en la propia piel. Ello es más arriesgado y el resultado, más inseguro y vacilante. Toda creación que pretenda mostrar esta situación solo puede dar lugar a personajes tensos sumidos en la zozobra que no pueden dejar de temblar ante la posibilidad de que, a lo mejor, el destino nunca está escrito, algo que es tan ilusionante como, también, fuente de hondo e inevitable desasosiego.
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