En la imagen superior, portada y algunas de las primeras páginas de la novela gráfica Y llegó la tormenta de Álex Rozados y Sergio Izquierdo Betete
Momento historico 1: El 22 de diciembre de 1849, los integrantes del Círculo Petrashevski, entre los que se encontraba el escritor Fiódor Dostoyevski, que estaban encerrados en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo de la ciudad de San Petersburgo, fueron llevados ante un pelotón de fusilamiento con el fin de ejecutar las sentencias de muerte a las que habían sido condenados por su oposición al régimen zarista ruso. En realidad, sus penas de muerte ya habían sido conmutadas por el destierro a Siberia pero, de todas maneras, se decidió que se realizara un falso fusilamiento con el fin de darles una lección que no pudieran olvidar. Esta sería una experiencia que marcaría de manera indeleble a Dostoyevski y tuvo que influirle de modo decisivo en la redacción posterior de su novela Los demonios, en la cual el autor realizó un retrato demoledor de los movimientos críticos a los que el perteneció en su juventud. Momento histórico 2: En la mañana del domingo 13 de marzo de 1881 (1 de marzo según el calendario juliano que regía en Rusia), el zar Alejandro II fallecía como consecuencia de las heridas provocadas por un atentado con bombas cometido por el grupo terrorista anarquista Naródnoya Volya (Voluntad del Pueblo). El comando que ejecutó el atentado estaba integrado por Nikolái Rysakov, Ignacy Hryniewiecki (ambos fueron quienes arrojaron las dos bombas contra la comitiva del zar cuando pasaba por el Canal de Catalina, siendo el segundo la que lanzó la que le costó la vida) e Iván Emelyánov (que portaba una tercera bomba que hubiera hecho explotar si las dos primeras hubieran fallado) y contó con la autoría intelectual de Andrei Zhelyábóv, Vera Fígner y Sofya Peróvskaya, quien llevo a cabo in situ la dirección de la acción terrorista y que se convirtió en la primera mujer condenada a muerte en Rusia como "criminal de Estado". Junto a ellos, también colaboraron Nikolái Kibálchich (experto en explosivos), Timofei Mijáilov y Guesiya Gelfman. La novela gráfica Y llegó la tormenta, de Álex Rozados (dibujo) y Sergio Izquierdo Betete (texto), recién publicada por la editorial Reino de Cordelia, y tomando como punto de partida la obra teatral Necaev (1991) del autor italiano Franco Tirendi, a través del enlace de estos dos momentos históricos, profundiza en la situación sociopolítica de Rusia a lo largo de esos años y retrata las raíces y la deriva interna de esos movimientos revolucionarios que parecieron fracasar clamorosamente en el siglo XIX pero que acabaron preparando el terreno para las revoluciones de 1917, que pusieron fin al zarismo y dieron lugar a la creación de la Unión Soviética.
En la imagen superior, algunas de las primeras páginas de la novela gráfica Y llegó la tormenta de Álex Rozados y Sergio Izquierdo Betete
Y llegó la tormenta, aunque tiene un carácter coral, tiene como eje de su relato al oscuro personaje de Serguei Necháyev, admirador de Bakunin (con quien mantendrá una complicada relación de amor-odio), que, junto a un ardoroso idealismo, estaba impregnado igualmente de dosis equivalentes de fanatismo y maquiavelismo y en el que Dostoyevski se inspiró, precisamente, para crear uno de los personajes principales de Los demonios (Piotr Verjovenski). Su figura servirá de referencia para los revolucionarios rusos y, aun estando en prisión en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo por el asesinato de uno de sus correligionarios al que él acusaba de traición, ejercerá un peculiar liderazgo espiritual sobre los autores del atentado contra Alejandro II. Junto a él, también tendrán protagonismo Bakunin (que, en un principio, apreciará el ardor de Necháyev pero que, después, poco a poco, al comprobar la implacabilidad de sus métodos y advertido por uno de sus colegas revolucionarios, Aleksandr Herzen, sobre los excesos del personaje, le retirará su confianza), Sofya Peróvskaya (mujer que, tras la acumulación de frustraciones vividas en sus sueños de revolución, se lanzará a ser una de las líderes del magnicidio del zar como recurso desesperado para forzar el cambio político en Rusia), Dostoyevski (carcomido por sus remordimientos de conciencia al pensar que su antigua militancia ayudó en cierto modo a generar la ola ideológica que estaba sacudiendo los cimientos de la sociedad rusa) y el propio zar Alejandro II (personaje sumido en sus agudas contradicciones, tanto personales, al estar casado con la princesa María de Hesse-Darmstadt y tener, al mismo tiempo, alojada en palacio a su amante, Catalina Dolgorúkov, como políticas, habiendo adoptando medidas como la abolición de la servidumbre en 1861 pero resistiéndose a otras reformas que hubieran convertido a la monarquía absoluta en un régimen de corte liberal)...
En la imagen superior, algunas de las primeras páginas de la novela gráfica Y llegó la tormenta de Álex Rozados y Sergio Izquierdo Betete
La narración y texto de Y llegó la tormenta (de Sergio Izquierdo Betete) semeja, de este modo, un puzle en el que todas y cada una de las piezas, hasta la aparentemente más insignificante, va dibujando un fresco vívido y lúcido del clima social y político que vivía Rusia en la segunda mitad del siglo XIX y que era presagio evidente de fuertes y violentas convulsiones. La narración comienza con el fallecimiento de Necháyev en prisión y, a través de sucesivos flashbacks, vamos recorriendo las diferentes líneas argumentales que articulan la trama. Ello, aparte de dar gran agilidad al ritmo del relato, también sirve para expresar la complejidad de los acontecimientos históricos y la colisión de movimientos y tendencias políticas que estuvieron de trasfondo en el atentado contra el zar y del intrincado tapiz que sacudía toda la extensión del Imperio Ruso en aquella época, que se movía entre el apego a las tradiciones gobernantes, con fuertes dosis de autoritarismo, y la acción de las influencias provenientes de los países del resto de Europa, donde, al calor de la Revolución Francesa de 1789 y de las Revoluciones de 1830 y 1848, iban evolucionando hacia regímenes constitucionales y liberales en los que el viejo modelo de monarquía absoluta estaba quedando periclitado. En última instancia, lo que Y llegó la tormenta retrata es el momento en que el zarismo hubiera podido evolucionar hacia un sistema político equiparable a los de los países de Europa Occidental pero, en cambio, el poder de la autocracia vigente permaneció intacto cerrando la opción de una vía reformista decidida (en realidad, se tendió a adoptar una línea de cambios excesivamente lenta y pacata que resultó claramente insuficiente para frenar el auge de los movimientos revolucionarios, lo cual terminó desembocando en los sucesos de 1917). Por ello, cabe decir que este cómic va más allá del tema explícito que aborda y acaba siendo útil para diagnosticar las raíces de la actual coyuntura histórica, las raíces de una falta de entendimiento entre Rusia y Europa Occidental que hay que atribuir más a factores políticos contingentes que a motivos socioculturales de fondo.
En la imagen superior, algunas de las primeras páginas de la novela gráfica Y llegó la tormenta de Álex Rozados y Sergio Izquierdo Betete
No querría terminar este comentario sin hacer referencia al dibujo del cómic, de Álex Rozados, que, ajustándose en general al perfil de la "línea clara", sabe, al mismo tiempo, introducir elementos expresionistas en los momentos adecuados que resultan completamente pertinentes para definir y perfilar el tono del relato, en el que nunca deja de estar presente una perspectiva sombría y un punto pesimista que es inevitable conociendo el destino final que tuvieron todos los personajes implicados en los hechos narrados. Aparte del cómic en sí, se añade también un prólogo del historiador Jordi Maíz y un dossier complementario de Sergio Izquierdo Betete que aporta los datos históricos necesarios para proporcionar al lector la visión global de la historia relatada. En resumen, podemos decir que Y llegó la tormenta es un espléndido cómic que demuestra la capacidad que ya tiene el Noveno Arte para crear historias profundas, relevantes y significativas, historias que saben hacer reflexionar con hondura sobre los grandes temas e inquietudes de nuestro tiempo con códigos estéticos y expresivos tan potentes como consolidados.
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