En el dibujo superior, recreación de una imagen del público en el partido de hockey sobre hierba celebrado este mediodía entre las selecciones de España e India en París 2024
Hoy, jueves 8 de agosto de 2024, a las dos de la tarde, en los Juegos Olímpicos de París 2024, la selección española masculina de hockey sobre hierba se ha enfrentado a la de India compitiendo por la medalla de bronce del torneo. La selección de India es, históricamente, una de las grandes potencias de este deporte aunque en los últimos tiempos, con la sustitución de la hierba natural por hierba sintética desde la década de los 70, su poderío, junto con el de Pakistán, se ha visto considerablemente dañado (no es este un dato baladí, más tarde profundizaremos en él), por lo que su presencia en las semifinales olímpicas representa el retorno a un posible nuevo esplendor que pueda hacer reverdecer viejos laureles. India ha conseguido en los juegos 12 medallas, ocho de oro (Ámsterdam 1928, Los Ángeles 1932, Berlín 1936, Londres 1948, Helsinki 1952, Melbourne 1956, Tokyo 1964 y Moscú 1980), una de plata (Roma 1960) y cuatro de bronce (México 1968, Munich 1972 y Tokyo 2020). En los Mundiales, tiene tres medallas, una de oro (Kuala Lumpur 1975), una de plata (Amstelveen 1973) y una de bronce (Barcelona 1971). España, para establecer la comparación entre ambas selecciones, tiene cuatro medallas en los Juegos Olímpicos, tres de plata (Moscú 1980, Atlanta 1996 y Pekín 2008) y una de bronce (Roma 1960), y tres medallas en los Mundiales, dos de plata (Barcelona 1971 y Utrecht 1998) y una de bronce (Mönchengladbach 2006). Es decir, en este deporte India tiene mejor historial que España pero, en las últimas décadas, parece que España ha tenido más logros que la de la India. Sin embargo, ello es no es fiel reflejo de lo que las tendencias geoestratégicas a largo plazo parecen indicar ya que las mismas apuntan, más bien, al sentido contrario.
En los dibujos superiores, recreación de los momentos previos al partido de hockey sobre hierba entre España e India en París 2024 con la interpretación de los himnos nacionales
Aunque lo sucedido en los últimos diez años (Brexit, elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, elección de Jair Bolsonaro en Brasil, crisis humanitaria en las fronteras europeas con la llegada masiva de inmigrantes y refugiados, guerra de Ucrania, recrudecimiento del conflicto entre israelíes y palestinos. elección de Javier Milei en Argentina..), con noticias que han ocupado de manera masiva los titulares de los medios de comunicación, parecen transmitir la idea de que el mundo gira en torno a Occidente. Y ello, en el fondo, ya no es verdad. Ya en los años 50 y 60 del pasado siglo, se produjo el llamado "milagro japonés", en los 80 tuvo lugar la irrupción de los denominados "cuatro tigres asiáticos" (Corea del Sur, Singapur, Taiwan y Hong Kong), y, con efectos visibles en los años 90, China, tras el giro promovido por Deng Xiaoping con su idea de "un país, dos sistemas" y la adopción de las políticas de las "cuatro modernizaciones", convirtieron el país en la gran potencia alternativa a EE.UU., e India, con el largo mandato de Narendra Modi (primer ministro del país desde el 26 de mayo) ha ido ganando terreno tal como India siempre lo ha ido haciendo: poco a poco, paso a paso, discretamente y sin llamar la atención. Si a ello unimos el importante crecimiento económico de otros país como Indonesia, Tailandia o Vietnam, solo podemos llegar a la conclusión de que el principal foco de poder económico y, por tanto, a largo plazo, político se encuentra en lo que nosotros llamamos Extremo Oriente. En gran medida, muchos fenómenos políticos de gran envergadura solo encentran explicación en la constatación, quizás no manifestada abiertamente a la opinión pública por parte de los políticos, de que el eje planetario se ha desplazado a tierras asiáticas ello supone un reajuste de posiciones tan incierto como problemático. Estados Unidos lleva todo el siglo XXI planteándose si tiene que seguir fijándose en Europa o si debe abandonarla a su suerte y centrar sus esfuerzos en el nuevo espacio que aparenta ser el fundamental y decisivo en las próximas décadas y Europa prefiere no afrontar el problema, mirar hacia otro lado y seguir ensimismada en sus propios ensueños mientras toda una serie de países de los que muchos ciudadanos del continente apenas saben nada nos están adelantando o están a punto de adelantarnos sin que pensemos que ello nos concierne de alguna forma, aunque muchas de las decisiones que aquí se toman están relacionadas con el temor inconfesado de que todo el precario sistema en el que vivimos y que nos parece dogma de fe indiscutible se venga abajo de un momento a otro.
En los dibujos superiores, recreación de algunos momentos del partido de hockey sobre hierba entre España y la India celebrado en París 2024
Algunos datos de población pueden darnos idea de lo que se nos avecina. China tenía 1.412 millones en 2022, dato que a nadie extrañará, pero lo que no se dice tanto es que India ya la ha superado y en ella ya vivían, en ese mismo año, 1.417 millones de almas. No se deja de hablar que China va a acabar reemplazando la hegemonía estadounidense pero poco se dice del potencial de India que, en mi opinión, es mucho más fuerte que el de sus vecinos. No solo es su población y su alto grado de desarrollo en actividades tecnológicas punteras sino, sobre todo, un elemento cultural: el entorno en el que nos movemos es cada vez más inestable, irregular e imprevisible y, en ese contexto, los indios se mueven, al contrario que chinos, europeos y estadounidenses, como pez en el agua. En la cultura india, el caos no es excepcionalidad sino el estado normal del mundo y, por tanto, se adaptan a él de manera serena, estoica y pragmática. Sorprende, por ejemplo, que, desde su independencia en 1947, haya sobrevivido en el país un régimen democrático a pesar de los numerosos períodos de violencia que han sacudido a la extraordinariamente compleja nación. Pienso que nunca ha habido tentaciones dictatoriales por parte de nadie porque allí no hay quien pueda pensar seriamente que un déspota pueda llegar a controlar ese mosaico inabarcable desde un poder fuertemente centralizado: tan solo cabe la posibilidad de sobrellevarlo y dejar que vaya a su aire. Esa adaptabilidad a la inestabilidad crónica les da una ventaja competitiva que cada vez será más relevante y decisiva. Un dato que puede parecer anecdótico, pero que no es tanto, es cómo los vehículos circulan sin problemas por el infernal y demoníaco tráfico de las grandes ciudades, algo que en occidente nos parece inconcebible.
Otro aspecto que también resulta más que llamativo es el de los dabbawalas, los repartidores de fiambreras de Bombay, cuyo porcentaje de entregas erróneas está muy por debajo del que consiguen las grandes multinacionales de reparto con sofisticados sistemas de control de calidad (en realidad, realizan todas las entregas prácticamente sin ningún fallo), algo que ha sido investigado y para lo que tampoco hallamos una respuesta clara e inequívoca.
En este sentido, tiene su lógica que la sustitución de hierba natural por sintética en el hockey haya perjudicado a India (también a Pakistán). Y es que los jugadores indios se tienen que mover con mucha más comodidad en las superficies irregulares porque ello (por idiosincrasia cultural) les da margen para aprovechar las faltas de estabilidad y consistencia de la cancha. Los occidentales preferimos las superficies artificiales porque, para nosotros, las irregularidades no son oportunidades sino problemas y, de ahí, que en las últimas décadas, Gran Bretaña, Países Bajos, Alemania, Australia, Argentina o Bélgica hayan ocupado la posición hegemónica en el hockey en detrimento de las viejas potencias. Por cierto, en el partido del que hemos hablado al principio del artículo, India nos ha ganado 2-1 y España se ha tenido que conformar con el cuarto puesto del torneo y es que, por lo que parece, los jugadores indios han aprendido a jugar en césped artificial.
En los dibujos superiores, recreación de los momentos posteriores al partido de hockey sobre hierba entre España e India, con la alegría de los jugadores indios y la decepción de los españoles
Para terminar el artículo, podríamos contar una pequeña historia inspirada por el desenlace de Crónicas marcianas (1950) de Ray Bradbury. Una noche, en un lejano futuro, una familia (europea) le dice a sus hijos que van a salir fuera de casa porque van a conocer a los habitantes de la esquina de Asia. Los niños se sorprenden pero siguen a sus padres invadidos por una enorme curiosidad. Acaban yendo junto a un lago y, entonces, los padres les dicen a los hijos que, si se asoman a las aguas, verán a esos extraños habitantes de esa extraña esquina de Asia. Mientras toda la familia se refleja en la superficie de ese tranquilo y plácido lago, los niños descubren que esos habitantes de la esquina de Asia a los que sus padres se refieren son ellos mismos.
En el dibujo superior, recreación de un momento del partido de hockey sobre hierba entre España e India celebrado en París 2024
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