El segundo título de nuestra sección "Cine-Club" que acompaña a la entrevista que hacemos a "Limbo Cabaret" es la película Los desórdenes sentimentales (2013) de Ramón Alfonso, en cuyo reparto tiene un papel destacado Belén Riquelme, cantante precisamente de dicho grupo. Los desórdenes sentimentales se inscribe en el movimiento #littlesecretfilm, una efímera corriente que surgió dentro del cine español en los años 2013-2014 al calor del denominado cine low cost, cine de bajo presupuesto o cine de guerrilla que nació como reacción a la situación de crisis económica y de restricciones presupuestarias existente en aquellos años. El movimiento #littlesecretfilm se basaba en un manifiesto que establecía unas estrictas reglas, al modo del movimiento "Dogma 95" danés, siendo las más destacadas que la película tenía que ser rodada en un máximo de 24 horas, que no podía contar con un guion previo (teniendo que avanzar la trama, por tanto, a base de improvisaciones) y que el estreno debería hacerse en internet de forma gratuita y sin ningún tipo de publicidad previa. Por las propias características de estas reglas, muchos de los títulos tuvieron un marcado carácter experimental. Sin embargo, en alguna ocasión, como ocurre con Los desórdenes sentimentales, la película adquiere un tono prodigioso en el que a su condición de experimento se le une una textura de cine clásico (tal vez de aire a lo nouvelle vague –significativo que veamos en un determinado instante una secuencia de Vivir su vida de Jean-Luc Godard–, lo cual, a fin de cuentas, quiere decir "cine clásico pero renovado y depurado") que proporciona al film un acabado tan original como sorprendente. Los desórdenes sentimentales, tal como su propio título sugiere, es una exploración de las vulnerabilidades emocionales, de la fragilidad humana y de la necesidad de amparo que todos tenemos y que no siempre nos lleva a tomar las decisiones más acertadas. El monólogo de Belén Riquelme es uno de los platos fuertes del film y no solo es una de las guindas de la película sino que viene a ser el centro de gravedad de las ideas que el mismo pretende expresar. Para quien no conociera dicho movimiento o alguna de sus películas, Los desórdenes sentimentales será todo un descubrimiento que, además, le permitirá conocer las descomunales virtudes como actriz de Belén Riquelme y su colosal poder expresivo ante la cámara.
LOS DESÓRDENES SENTIMENTALES (2013) DE RAMÓN ALFONSO
Impresionante monólogo final de Belén Riquelme, en el papel de Eva, en la película. Interesante toda ella. Que, para no tener guion como se manifiesta... tiene mucho guion. Ramón Alfonso es, ante todo, escritor. Escribe sobre cine, es crítico... y, evidentemente, la película tiene guion. Que esté más o menos formalizado es otra cuestión. El guion es la concretización de un argumento. Y "Los desórdenes sentimentales" tiene un magnífico argumento. Claro que recuerda a la nouvelle vague. Y, además, el blanco y negro (que adoro) la acerca más a aquella corriente fundamental.¿Cine experimental? Yo no clasificaría la película así. Es cine-cine, con una historia (varias historias entrecruzadas) una reflexión sobre el vacío de muchas vidas de artistas que, a veces, parece tan llenas, una reflexión sobre una visión del amor, físico y mental, sentimental y social, de bastante calado. La dependencia, la desesperación, muchas cosas. No exenta de algún momento con cierto sentido del humor dentro de la aparente seriedad y alguna frase sublime como la de un corto dialogo de Zoe "La vida no es una película" y le contesta su partenaire aspirante a genio cinematográrico: "Pues, entonces, la vida es una mierda". Profundidad en la superficialidad de los, aparentemente, espontáneos diálogos y pensamientos de los personajes, pero, desde mi punto de vista, todo muy pensado, muy dirigido. La película tiene algo de nihilista y mucho de tabaco y alcohol como escape. Y un personaje central, Tomás, el director de cine mayor que ha cambiado su prometedora carrera inicial por hacer cosas comerciales para TV. Un personaje para el que Linder es perfecto. En fin, película a ver, con muchas conclusiones. Sin duda, las más claras, las que el propio director pretende.
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