"BANDERAS ROTAS Y OTROS RELATOS" DE EMILIO PORTA: LA VIDA DESPUÉS DE LA DECEPCIÓN

 

 En la parte superior, retratos de Emilio Porta e, intercalada, portada de su libro Banderas rotas y otros relatos

 

En más ocasiones de las debidas, hay libros que pasan excesivamente desapercibidos dentro de la saturada oferta editorial existente a disposición de los lectores y que, día a día, no deja de crecer y ampliarse muy por encima de la que parece ser la demanda potencial existente de productos culturales y literarios. Uno de ellos es Banderas rotas y otros relatos de Emilio Porta, publicado por Serie Gong en 2021, y que, ahora, me gustaría rescatar para poner adecuadamente en valor todos sus méritos y cualidades. Emilio Porta tiene a sus espaldas una larga carrera literaria con obras de poesía como Compás de Espera (1987), Porlock (1990), Diseño de la Noche (1993), Anamarel (1995), El baúl de Kovenhavn (1998), Travesía de Alfama (2003), Diario Despertar (2005), Tomo Secreto (2007), Corales (Premio Blas de Otero, 2009) y Pequeña antología (Hazversidades poéticas) (2011) y de narrativa como Destinos y Caballeros (2008) y El Amuleto (2013)

 

En los dibujos superiores, recreación del relato Banderas rotas, el cual abre y da título al libro de Emilio Porta (imágenes creadas con Midjourney)

 

La principal virtud de Banderas rotas es la transparencia y la claridad de los relatos, conseguidas sin restar hondura y enjundia a cada una de las historias. Cada una de ellas, siendo nítida en lo que expresa, deja al final al lector, como a un jugador de ajedrez que hubiera sufrido un meticuloso e implacable jaque mate de Magnus Carlsen, pensando y reflexionando sobre todo lo que ha sucedido y recapitulando sobre cada uno de los pasos de la narración para sacarle todo el jugo y la sustancia que el desenlace ha revelado y ha hecho aflorar. Y lo más sorprendente de todo es que esto se consigue, prácticamente, con todos y cada uno de los relatos cuando son, nada más y nada menos, que ochenta y seis. Ello, además, se convierte en toda una invitación para volver a revisar los cuentos y, en vez de tratarlos como unidades autónomas, intentar alcanzar una visión de conjunto de todos ellos (a eso volveré posteriormente).

 

En el dibujo superior, recreación del relato El directivo (imagen creada con Midjourney)

 

Un segundo aspecto que también me gustaría destacar de la obra es la variedad temática y de formatos que recoge el libro. No es solo que ello ayude a que la lectura sea más fácil y amena sino que también pienso que si, como decía McLuhan, “el medio es el mensaje”, el hecho de utilizar una diversidad de medios ayuda a transmitir una diversidad de discursos o de proporcionar nuevos matices a un discurso ya transmitido. Soy consciente de que, en ello, influye el hecho de que suele haber dos tipos de creadores. Yo vengo a expresarlo del siguiente modo: hay quienes sus obras forman una especie de Variaciones Goldberg, en las que un leit motiv central va siendo continuamente revisado, reenfocado y reformulado, y otros que, por el contrario, hacen que sus creaciones dibujen algo así como una Bohemian Rhapsody, con continuos giros, torsiones y variaciones, sin que se perciba un claro leit motiv que articule todas las líneas y tendencias. Banderas rotas sigue este segundo esquema y yo, personalmente, suelo ser más partidario de esta última alternativa. Las dos estrategias me parecen legítimas y aceptables pero, subjetivamente, la segunda siempre me termina resultando más estimulante y placentera.

 

En los dibujos superiores, recreación del relato Zack Henry (imágenes creadas con Midjourney)

 

Percibo una variedad de influencias en los relatos que van desde Borges (p. ej. Zack Henry, en el que el protagonista acaba cruzando su destino con el de Miguel de Cervantes, me recordó a Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, en el que el protagonista cruza el suyo con el de Martín Fierro), a Cortázar (p. ej. Wallace o El testamento, con esa dinámica de perseguidor/perseguido y esa evolución de la trama que parece acabar desarticulando toda la estructura narrativa que se ha desarrollado antes del desenlace) pasando por Franz Kafka (que aparece, explícitamente, en Subconsciente) y Pessoa (que también hace acto de presencia en el relato homónimo). Sin embargo, si, en muchas ocasiones, la absorción de influencias acaba provocando una cierta pedantería o cursilería en la forma de escribir, Emilio Porta ha logrado sortear completamente ese inconveniente y, gracias a su afán de transparencia, que ya he mencionado, los ecos de esos autores han quedado perfectamente filtrados y solo están para enriquecer las historias y para poder encajarlas con más brillantez en su propia voz.

 

En el dibujo superior, recreación del relato Altagracia (imagen creada con Midjourney)

 

Hay una serie de cuentos concretos que sí me gustaría citar individualmente. Por ejemplo, El último combate de Bob Acuña y Altagracia, porque, literariamente, el tema del deporte no se ha tratado demasiado a pesar de que, cuando se ha recurrido a él, los resultados han solido ser brillantes. Esos dos cuentos son un ejemplo de ello y, además, como he dicho, me parecen de los mejores de todo el libro. También me gustaría mencionar El directivo porque logra expresar lo que es un sentir generalizado (la sensación de que quienes nos dirigen y nos gobiernan no son más que meros títeres que obedecen a intereses superiores que siempre permanecen en la sombra) y consigue sintetizarlo en una historia de un par de páginas. Ya he citado antes Wallace, Subconsciente, El testamento y Zack Henry, que también están entre mis preferidos. Otros que también me han gustado mucho han sido El viaje, El solitario, Salto cualitativo, La nueva, El suicida y Destino.

 

En el dibujo superior, recreación del relato El último combate de Bob Acuña (imagen creada con Midjourney)

 

Creo que, a pesar de la variedad de temas y, digamos, de formatos de los diferentes cuentos, hay algo que late en todo el libro y que es como su centro y que es lo que se expresa en el primer cuento que, además, da título a la obra: ¿qué sucede cuando los sueños se rompen?¿qué sucede cuando los presuntos paraísos dejan de existir?¿qué hacemos cuando constatamos que la realidad es la que es y no hay forma ni de cambiarla ni de escapar de ella? Creo que estos cuentos son las sucesivas respuestas a estas preguntas y que, pese a todo, pese a cierto tono de nostalgia, melancolía o amargura, lo que acaba predominando es lo que se dice en Elegida para la gloria: que la condición del ser humano es la de querer ser libres y la de luchar por ello a pesar de todos los obstáculos y de todas las circunstancias que puedan presentarse. Solo por esta moraleja que sobrevuela sutilmente al conjunto de las narraciones, merece ya la pena leer y sumergirse en Banderas rotas y otros relatos de Emilio Porta. Les prometo que no se arrepentirán.


En el dibujo superior, recreación del relato Elegida para la gloria (imagen creada con Midjourney)




Comentarios

  1. Solo un creador puede entender a otro creador. La vida del consciente y el subconsciente se mezcla en lo creado . Gracias por esta maravillosa reseña y sus derivaciones gráficas. Sí, la libertad y el intento de su consecución subyace en contenido y forma de este relato que señalas al final, "Elegida para la gloria". Y, a pesar de la decepción, la ilusión continua en la escritura y en el viaje, el trayecto, todo el contenido, tan variado como la vida misma, como la cultura, como los sueños.

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