"EL TROVADOR" DE GIUSEPPE VERDI: ECOS DESDE ESPAÑA

 

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Junto a La Traviata, Rigoletto, Aida y Nabucco, El trovador es una de las óperas más representadas de Giuseppe Verdi (1813-1901). Fue estrenada el 19 de enero de 1853 en el Teatro Apollo de Roma y cuenta con un libreto escrito por Salvatore Cammarano y culminado por Leone Emanuele Bardare tras la muerte de Cammarano el 17 de julio de 1852. Aunque se trata de una ópera que, por lo comentado al principio del artículo, puede ser fácilmente reconocible por el público, apenas se comenta que se trata de una adaptación de un drama homónimo de un autor español. Efectivamente, el 1 de marzo de 1836 se estrenó en el Teatro del Príncipe de Madrid la obra teatral El trovador de Antonio García Gutiérrez (1813-1884), la cual cosechó un enorme éxito y cuya temática, además, está relacionada con la de dos creaciones fuertemente conectadas entre sí de Mariano José de Larra (1809-1837): el drama histórico Macías (1834) y la novela El doncel de don Enrique el Doliente (1834) –la única, por cierto, que Larra escribiera– en la medida en que El trovador narra una historia cruzada de amores, intrigas y desenlaces trágicos en el contexto de la turbulenta época medieval española ya que el drama de García Gutiérrez y la ópera de Verdi transcurren en un momento especialmente delicado para la corona aragonesa al producirse de improviso un vacío de poder que no fue fácil solucionar.


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Efectivamente, el 31 de mayo de 1410, fallecía sin descendencia Martín I el Humano, rey de Aragón y Valencia. Al no haber nombrado sucesor, se abrió un período de dos años dominados por la incertidumbre en el que hasta seis pretendientes se disputaron el trono. En 1412, se alcanzó el llamado Compromiso de Caspe entre los representantes de los reinos de Aragón y de Valencia y del principado de Cataluña, por el cual salió proclamado rey Fernando de Antequera, perteneciente a la Casa de Trastámara, regente en ese momento de la Corona de Castilla y que era hijo de Leonor de Aragón, hermana de Martín I. Dicha decisión no fue unánimamente aceptada y, por ello, provocó la revuelta de Jaime, conde de Urgel, que concluyó en 1414 con la derrota de la misma. Resulta inevitable pensar que el hecho de que tanto en Castilla como en Aragón estuviera reinando la misma dinastía de los Trastámara ayudó a la unificación de ambos reinos con los Reyes Católicos, pero esa ya es otra historia... Con el trasfondo de la revuelta antes mencionada, es cuando tienen lugar los acontecimientos que relatan tanto El trovador de García Gutiérrez como El trovador de Verdi. Ambas obras tratan del amor que el doncel Manrique (Manrico en la ópera de Verdi), criado desde que era un bebé por la gitana Azucena, siente por doña Leonor de Sesé (Leonora en la ópera), quien, a su vez, también es pretendida por don Nuño de Artal, conde de Luna. La clave del argumento reside en la tensión existente entre Manrique y don Nuño cuando los dos son realmente hermanos, hecho que ambos desconocen. Doña Leonor es dama de la corte real del Palacio de la Aljafería de Zaragoza y, tras el éxito obtenido por la obra de García Gutiérrez, la torre de dicho palacio donde transcurre gran parte de la acción del drama pasó a ser conocida como la Torre del Trovador, lo cual da fe de la amplia repercusión popular que llegó a alcanzar la mencionada pieza teatral.

 

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Si analizamos las tramas de Macías y de El doncel de don Enrique el Doliente de Mariano José de Larra, observaremos que el paralelismo con la obra de García Gutiérrez es bastante estrecho. Ambas obras de Larra transcurren en Castilla, bajo el reinado de Enrique III el Doliente, que tuvo lugar entre 1390 y 1406, el cual se vio convulsionado por las constantes enfermedades del monarca. Esta situación fue aprovechada por su hermano, Fernando de Antequera (quien, precisamente, sería más tarde rey de Aragón tras la muerte de Martín I) para intentar desestabilizar el reino y obtener poder a partir del caos provocado. En ambos textos de Larra, asistimos al amor adúltero entre el personaje de Macías (trovador tal como será el personaje protagonista de la obra teatral de García Gutiérrez y de la ópera de Verdi) y el de Elvira (que forma parte de la corte de Enrique III en virtud de su matrimonio con el influyente caballero Fernán Pérez de Vadillo). Junto a esta primera trama, coexiste una segunda en la que Enrique de Villena, tío del rey, pretende deshacerse de su esposa, María de Albornoz, con el fin de lograr ser maestre de la poderosa Orden de Calatrava. Elvira, que es camarera de María de Albornoz, buscará el apoyo de Macías para acabar con las intrigas de Enrique de Villena, lo cual terminará desembocando en un trágico final.


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Aunque, en principio, la trama de ambas creaciones de Larra es ficticia, la misma tiene un punto de partida en una figura real, la de Martín Vázquez de Arce (1461-1486), doncel castellano al servicio de la poderosa familia Mendoza, poeta y soldado del mismo modo que lo fue Garcilaso de la Vega, que murió luchando en la Guerra de Granada, la misma guerra que en 1492 provocaría la caída del último reino musulmán en la Península Ibérica. El sepulcro de Martín Vázquez de Arce se halla, majestuoso y expresivo, en la catedral de Sigüenza y es una de las obras maestras del gótico español. En él, vemos al doncel con un libro en sus manos y con una espada en su cinto, reflejando las dos facetas del personaje. Por todo  lo dicho, podemos deducir que una figura histórica de la segunda mitad del siglo XV inspiró tanto a Mariano José de Larra como a Antonio García Gutiérrez, quienes trasladaron la acción a principios del siglo en que vivió el personaje real con el fin de reforzar los perfiles dramáticos del relato de manera acorde a los postulados del movimiento estético del romanticismo que en esos años comenzaba a triunfar.


En el dibujo superior, recreación del sepulcro de Martín Vázquez de Arce en la catedral de Sigüenza


Toda la historia en torno a El trovador tiende a desmentir un tópico que, aunque tiene una cierta base de posible verdad, en realidad encierra una exageración que distorsiona la auténtica realidad de los hechos. Se trata de la creencia de que España, a raíz de la prohibición impuesta por Felipe II por la Prágmatica de 22 de noviembre de 1559 que impedía a los súbditos de la Corona de Castilla estudiar en universidades extranjeras (haciendo excepción de las de la Corona de Aragón, la portuguesa de Coimbra y las italianas de Bolonia, Roma y Nápoles), hundió al país en el más profundo aislamiento cultural e intelectual, que habría durado prácticamente hasta nuestra entrada en la entonces Comunidad Económica Europea en 1986. Sin negar que la medida promulgada por Felipe II fue indudablemente perjudicial de cara a que España se alineara al mismo ritmo que otros países con los avances científicos y técnicos que empezaron a producirse en Europa en el siglo XVII, hay que decir que la idea del "aislamiento" no corresponde en absoluto a la realidad. España conoció el movimiento de los novatores durante el reinado de Carlos II, tuvo su propia Ilustración en el siglo XVIII y disfrutó de la influencia de todos los movimientos artísticos, intelectuales y culturales que se sucedieron en Europa desde 1700, algo que se vio reforzado con la llegada de los Borbones al trono. Que las obras de Antonio García Gutiérrez y Mariano José de Larra se vieran impregnadas del espíritu romántico que ya vivió una importante batalla estética con el estreno de Hernani de Victor Hugo en París el 25 de febrero de 1830 y que la obra teatral del primero acabara sirviendo para que Verdi, el compositor más importante de su época, realizara una ópera adaptándola son claros indicios de que en España había más apertura cultural de la que los tópicos nos quieren hacer creer. Posiblemente, en el interior, había muchos obstáculos y resistencias a esa apertura por parte de los núcleos de poder, pero la acción de los mismos no llegó a impedir que los intercambios desde y hacia el exterior se produjeran. Sin esos intercambios, la historia cultural de España llegaría a ser inexplicable.


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A continuación, enlazamos tres representaciones completas de El trovador de Verdi, para que elijan la que prefieran si desean escuchar la obra completa o, para los más atrevidos, que revisen las tres para apreciar las diferencias entre las mismas. La primera, es una representación histórica de 1962 firmada en La Scala de Milán por la RAI, de la que solo tenemos el sonido y que ha sido completada con fotografías de la escenificación e imágenes que sirven para explicar el desarrollo de la trama. Formaron parte del elenco el tenor Franco Corelli, el barítono Ettore Bastianini, la soprano Antonietta Stella y la mezzosoprano Fiorenza Cossotto. La segunda, es una representación de 2017 realizada en el Teatro Regional del Maule, en Talca (Chile). Finalmente, la tercera es de 2018 y se trata de un montaje hecho en Bélgica por la Opéra Royal de Wallonie-Liège.


REPRESENTACIÓN DE EL TROVADOR DE GIUSEPPE VERDI EN LA SCALA DE MILÁN EN 1962

  

REPRESENTACIÓN DE EL TROVADOR DE GIUSEPPE VERDI POR EL TEATRO REGIONAL DEL MAULE (TALCA, CHILE) EN EL AÑO 2017

 

REPRESENTACIÓN DE EL TROVADOR DE GIUSEPPE VERDI POR LA OPÉRA ROYAL DE WALLONIE-LIÈGE EN EL AÑO 2018




 


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