"OSARIO NORTE" DE JOSÉ MANUEL SERRANO CUETO: JORGE RIGAUD Y EL OLVIDO

 


En el dibujo superior, recreación de una imagen imposible: Jorge Rigaud (a la dcha.), junto a Jorge Rivera (izqda.) y José Manuel Serrano Cueto (centro), productor y director de Osario Norte, respectivamente, rescatadores de la memoria del protagonista de El día de los enamorados

 

Si intentamos hacer memoria sobre quién era el actor Jorge Rigaud (1905-1984), el gran público recordará dos títulos que lo convirtieron en una figura muy popular en España al quedar asociado al personaje de un San Valentín elegante, educado y simpático: El día de los enamorados (1959) y Vuelve San Valentín (1962), ambas dirigidas por Fernando Palacios. Si ahondamos en nuestros recuerdos cinéfilos, vamos cayendo en la cuenta de que también participó en otras películas que, o bien fueron igualmente grandes éxitos de taquilla como El coloso de Rodas (1961) de Sergio Leone, La gran familia (1962) –era el rey Gaspar al que Críspulo le pedía que Chencho apareciera– y Marisol rumbo a Río (1963) de Fernando Palacios, El tulipán negro (1964) de Christian-Jaque, Estambul 65 (1965) y Las Vegas, 500 millones (1968) de Antonio Isasi-Isasmendi o Nicolás y Alejandra (1971) de Franklin J. Schaffner, o bien, con el paso del tiempo, se han convertido en títulos de culto, como Un vaso de whisky (1959) y Los cuervos (1961) de Julio Coll, Con la vida hicieron fuego (1959) de Ana Mariscal, Mi calle (1960) de Edgar Neville, No dispares contra mí (1961) de José María Nunes, El pobre García (1961) de Tony Leblanc, Cerca de las estrellas (1962) de César Fernández Ardavín, Pánico en el Transiberiano (1972) de Eugenio Martín, Los viajes escolares (1976) de Jaime Chávarri o Maravillas (1981) de Manuel Gutiérrez Aragón. Si, finalmente, profundizamos del todo en su trayectoria, descubriremos que nació en Buenos Aires, que su familia se trasladó a Francia, que, allí, con 27 años, hizo su primera aparición como actor en el cine, que cuenta en su haber con un total de 208 participaciones entre películas y series de televisión, que tuvo una larga trayectoria, con el nombre de Georges (o George) Rigaud, en Francia, donde llegó a trabajar para directores de la categoría de Pál Fejös –Fantomas (1932)–, René Clair –Catorce de julio (1933)–, Max Ophüls –Liebeleï (1933), Traficantes de opio (1935), Suprema decisión (1939)–, Robert Siodmak –Noches de París (1935)– o Marcel L'Herbier –Noches de fuego (1937)–, en Argentina, donde tuvo y sigue teniendo un consolidado prestigio, e, incluso, en Estados Unidos –participó en Masquerade in Mexico (1945) de Mitchell Leisen y en Al volver a la vida (1947) de Byron Haskin–, antes de instalarse definitivamente en España (ya con el nombre artístico de Jorge Rigaud). El documental Osario Norte, dirigido por José Manuel Serrano Cueto con la producción de Jorge Rivera, ahonda en la biografía de Jorge Rigaud, nos descubre su rica y deslumbrante carrera como actor, nos deja algunas sombras enigmáticas que no llegan a resolverse por la falta de información pero, sobre todo, nos desvela su triste final y nos muestra toda la maraña burocrática que puede llegar a impedir el rescate y recuperación de nuestra memoria artística y cultural, convirtiendo el film en un agridulce testimonio sobre el olvido al que pueden llegar a estar condenadas las figuras que nos han proporcionado momentos de felicidad y alegría ante una pantalla de cine o televisión y las dificultades existentes para volver a sacar a la luz sus vidas y sus trayectorias profesionales.


A la izquierda, cartel de Osario Norte. A la derecha, José Manuel Serrano Cueto y Jorge Rivera en la proyección del documental en los cines Yelmo Vialia de Málaga el pasado 23 de mayo


Efectivamente, en 1984, Jorge Rigaud falleció menos de una semana después de sufrir un atropello en la Gran Vía de la capital de España. Tras el accidente, ingresó en el Hospital Provincial de Madrid y, tras pasar allí cinco días hospitalizado, fue dado de alta y enviado precipitadamente a un geriátrico de Leganés donde, debido al estado físico y anímico en que se encontraba, falleció a las dos horas de llegar.  Osario Norte indaga en las circunstancias que envolvieron a este oscuro incidente que acabaron conduciendo al entierro del actor en el cementerio de Leganés, un lugar con el que no se hallaba ni emocionalmente vinculado ni conectado por los detalles de su biografía. Asimismo, narra los esfuerzos del director por lograr colocar una placa que recuerde al actor en la calle donde falleció y junto a la fosa común donde fueron llevados sus restos mortales tras trascurrir el período de diez años en el que aquellos podían estar en la primera sepultura y ante el hecho de que ningún familiar acudiera al camposanto para buscarle una sepultura definitiva tras el decenio de provisionalidad. Esta indagación y este propósito, llevados a cabo por el director durante un período de varios años, acaban dando al film un aire entre kafkiano y berlanguiano, un tono de relato, entre patético y estremecedor, sobre la verdadera consideración que tiene la cultura en nuestro país y sobre la fragilidad y el carácter efímero que rodean siempre a la fama, que, ataviada aparentemente con oropeles vigorosos y perennes, acaba siendo un bien transitorio presto a marchitarse ante el más mínimo revés o adversidad. Osario Norte es, de este modo, una exploración ácida, lúcida pero, a pesar de ello, entrañablemente afectuosa, de la cara menos amable del mundo del espectáculo y la farándula.


TRÁILER DE OSARIO NORTE

 

Osario Norte ya se ha estrenado en Argentina, tierra natal de Jorge Rigaud, y, en nuestro país, la hemos podido ver en Cádiz, en un pase especial en el Teatro de la Tía Norica, el pasado 6 de abril, en Madrid, en el Cine Embajadores, el pasado 13 de abril, y en Málaga, el pasado 23 de junio, y el próximo 20 de junio se proyectará en los Cines Zoco Majadahonda también de Madrid. Este otoño, se podrá ver en toda España de mano de la distribuidora 39 Escalones. Tras su proyección en los Multicines Yelmo Vialia de Málaga, hemos tenido la oportunidad de conversar con José Manuel Serrano Cueto y Jorge Rivera que nos han proporcionado nuevos e interesantes detalles sobre su película y sobre el personaje abordado por la misma.


José Manuel Cruz, director de La dimensión súbita, en el centro de la imagen, con José Manuel Serrano Cueto, a la izquierda, y Jorge Rivera, a la derecha, en la proyección de Osario Norte en los Multicines Yelmo Vialia de Málaga (Autor de la fotografía: Dagarín)


LA DIMENSIÓN SÚBITA (L.D.S.): Estamos con José Manuel Serrano Cueto y Jorge Rivera, director y productor de Osario Norte, respectivamente, con el fin de conversar sobre el documental. La primera pregunta que le quiero hacer a José Manuel es que, viendo tu trayectoria, podemos afirmar que eres un rescatador de recuerdos: el documental Contra el tiempo, ahora Osario Norte, tu labor con Cádiz oculto, tu trabajo como periodista, incluso ese corto tuyo que se llama Yo quise hacer "Los bingueros 2", todo parece girar a tu posible condición de espeleólogo de la memoria olvidada. Algunos utilizarán la palabra frikismo, pero ¿va tu actitud más allá de ese término y es la misma actitud con la que, por ejemplo, Manuel Summers hizo Juguetes rotos, la de poner en el sitio que se merecían a una serie de celebridades que, en su día, hicieron felices a mucha gente y que, años después, habían caído en el olvido?

JOSÉ MANUEL SERRANO CUETO (J.M.S.C.): La verdad es que a mí no me importa que me apliquen la palabra frikismo. Manuel Summers, en Juguetes rotos, no solo habló de actores, sino que, en esa película también sacó a un torero, a un futbolista... No sé si esa era su intención en su película pero la cosa, en lo que a mí respecta, sí va un poco por ahí. Summers hablaba más bien del ocaso de estas personas pero tampoco sé si para que se las recordara, no lo sé. Lo que sí tengo en común con él es que Juguetes rotos mostraba el carácter efímero de la fama en muchísimas ocasiones. En mi caso, el tema de rescatar la memoria cultural o cotidiana en general tiene que ver con lo que hablé hace poco en una entrevista sobre un tema que también me interesa mucho y es el de los cementerios, el de esas lápidas que hay, muy viejas, muy desvencijadas, con el nombre de alguien que murió hace muchos años, y que hay muchas historias anónimas ahí, que nunca conoceremos. Una vez pensé en hacer una película eligiendo al azar diferentes lápidas, en diferentes cementerios, para ponerme a investigar sobre ellas para ver qué historias había detrás y, si había historias interesantes, contarlas. Me parecía muy bonito hacer eso. A Pedro Casablanc (actor que tiene una presencia muy destacada en Osario Norte) también le gustó la idea, porque Pedro es muy de cementerios como yo. Por tanto, no es nada ilógico lo que se ve en la película de que Pedro vaya al cementerio de Leganés porque él, como yo, cada vez que va a un pueblo visita el cementerio del lugar. Se trata de rescatar esas personas olvidadas, esas historias olvidadas. A mí, eso me ha interesado mucho. Y, si se trata de gente del cine, aún más porque, a nivel cultural, es lo que más me interesa. El cine me impregna todo el cuerpo desde pequeño, lo tengo en mi bagaje, en mi mochila. Y, al final, siempre me sale, no es algo premeditado. En mi primer corto, Río seco, ya hablaba de un actor olvidado. En Contra el tiempo, como has dicho, también trataba el tema. Incluso, en Yo quise hacer "Los bingueros 2" también, porque ahí se quería rescatar en clave de comedia a Mariano Ozores. Ahí, curiosamente, teníamos la idea de montar una manifestación para pedir el Goya de Honor a Mariano Ozores y, cuando yo estaba en una reunión preparándola, me llegó el mensaje de que la Academia se lo había concedido. Cada vez que me pongo a pensar qué voy a hacer, siempre me salen este tipo de temas.

L.D.S.: ¿Cómo surgió la inquietud por hacer un documental sobre Jorge Rigaud?

J.M.S.C.: Como acabo de decir, yo siempre he sido muy cinéfilo y muy cinéfago, de ver todo tipo de cine desde muy pequeño. Mis padres son los que me han transmitido de alguna manera el cine popular. Mi padre, el cine de acción y peleas, el cine de Terence Hill y Bud Spencer, y mi madre, el cine español. Entonces, yo he pasado muy buenos momentos en mi casa de Cádiz viendo este tipo de películas, bien porque las emitía la televisión, bien porque las íbamos a alquilar al videoclub. Por ello, siempre me ha interesado mucho el mundo de los actores. Un día, estaba hablando con Aldo Sambrell en su oficina, que era uno de esos actores olvidados, que había hecho muchas películas de género, de western, de terror..., fue él quien me refirió la historia de Jorge Rigaud. Entonces, un día de Todos los Santos, como el cementerio de Leganés estaba cerca de donde vivo, acudí allí para llevarle unas flores. Y, cuando llegué, fue cuando vi que la tumba no estaba. Al principio, fue una cosa mía personal, absolutamente particular. Empecé a indagar y descubrí que sus restos estaban en una fosa común. A raíz de este descubrimiento, fue cuando me planteé hacer las gestiones para colocar una placa en la calle Cádiz, que fue donde murió, que sirviera para recordar la memoria de Jorge Rigaud y que Leganés tuviera consciencia de que allí había fallecido y de que en su cementerio estaban los restos del actor. Ese fue el detonante para comenzar a hacer el documental.

L.D.S.: En el momento de poner en marcha el proyecto, ¿conocías ya toda la trayectoria anterior de Jorge Rigaud o la descubriste conforme fuiste investigando?

J.M.S.C.: Fue cuando me empecé a meter en la investigación. Para ser sinceros, yo no sabía eso. Yo no sabía que él había empezado su carrera cinematográfica en Francia. Sí sabía que había hecho cine en Argentina pero no sabía muy bien la cronología profesional suya. No tenía ni idea de todas las películas que había hecho. Fue cuando empecé a investigar más profundamente y fui viendo todas las películas de él que se podían ver, todas las películas que estuvieran a mi alcance, cuando comprobé que, efectivamente, Jorge Rigaud debuta en el cine francés... Al principio, pensé que había hecho pequeñas cositas, pero me doy cuenta de que la primera que hace, por ejemplo, es Fantomas (1932), donde no está acreditado, y que, inmediatamente, empieza a estar destacado, que empieza estar en los carteles, que se le empieza a ver a él... Y digo: "¡Dios mío!". Y, cuando rescato algunas de sus películas y las puedo ver, me doy cuenta de que en esa etapa era ya un actor consolidado y que estaba teniendo una carrera muy buena, de tal modo que, si no se llega a marchar a Argentina, probablemente se hubiera convertido en un actor francés de alto calibre. Estamos hablando de directores que no son peccata minuta... Entonces, yo no tenía ni idea de todo eso. Sí sabía que había hecho cine en Argentina pero tampoco sabía que allí estaba tan bien considerado y que había hecho tantos protagonistas. Yo no había visto ninguna de sus películas en Argentina, las he visto ahora, que muchas de ellas me han fascinado, porque, aunque su presencia siempre es la misma, siempre ha hecho papeles elegantes, ya no es el tipo amable, simpático, siempre tiene algo detrás, son papeles muy diferentes... Y yo no lo digo ahí, lo dice alguien en el documental, pero creo que venirse a España fue lo peor que le pudo pasar. Es verdad que en nuestro país tiene títulos maravillosos que a mí me encantan, yo soy cada vez más fan de Cerca de las estrellas (1962) de César Fernández Ardavín, que es una película que me fascina,  me encantaría, es uno de mis sueños, de hacer algún día un remake o algo parecido de esa película, porque a mí me gustan mucho las historias que suceden en un lugar... Ya cuando hacía teatro, cuando Jorge y yo hacíamos teatro, por ejemplo escogíamos Escuadra hacia la muerte o La mordaza, eran escenarios únicos con personajes que tienen conflictos entre ellos generando historias, eso a mí me encanta. Y por eso me gusta tanto Cerca de las estrellas, que transcurre en un ático, que es una película costumbrista, en la que vemos la historia y los conflictos de una familia (además, a Jorge Rigaud se le escucha su verdadera voz, no está doblado, justificándose muy bien el acento que tiene porque, en un momento dado, una de las hijas dice "porque mi padre estuvo trabajando en Argentina"). Me encantan las películas de Julio Coll (que creo que es otro director que habría que reivindicar) en las que él participó, Un vaso de whisky y Los cuervos... Pero, salvo esas excepciones, y teniendo en cuenta que hizo El día de los enamorados, que sí, que le dio popularidad, que le tenemos mucho cariño, pero que es lo que es, no se puede comparar con lo que hizo en Francia y Argentina y en sus incursiones en Hollywood. Es decir, él hubiera podido ser mucho más si no se hubiera perdido, como dice Juan Pando, en todas esas coproducciones de género que a mí me encantan, que yo soy muy fan, pero en las que, para un actor afincado en España, acaba haciendo papeles pequeños que no estaban a su altura.


Carteles de algunas de las películas más renombradas de la larga trayectoria de Jorge Rigaud


L.D.S.: Yo, a veces, hago un juego en instagram que consiste en considerar algunas películas actuales como la suma, a su vez, de dos películas anteriores. En el caso de Osario Norte, podría decir que es la suma de Searching for Sugar Man (ya que también es el rastreo y la indagación sobre la identidad de un personaje) y de Muerte de un burócrata de Tomás Gutiérrez Alea por todo el proceso infernal que supon hablar con la Administración para que realice un acto sencillo de reconocimiento a una personalidad de la cultura. Esta pregunta os la hago a ambos: ¿en qué medida la burocracia ayuda pero, a la vez, también es un obstáculo?

J.M.S.C.: En el caso de Osario Norte y el intento de colocar una placa que recuerde a Jorge Rigaud, la burocracia ha dificultado, nos ha jugado una mala pasada y, al final, no se ha podido cumplir con dicho propósito. Pero es que yo creo que, en muchas ocasiones, la burocracia la hace más difícil las personas que están detrás. A veces, basta con cambiar un papel de sitio para agilizar las cosas pero eso no se hace. Se va dejando, se va dejando, se va dejando, y, entonces, el que lo tiene que cambiar lo echan y viene otro que lo sigue dejando en el mismo sitio. En este caso, yo creo que era algo muy sencillo de hacer pero la realidad es que no se ha hecho. Mira, te voy a poner un ejemplo de lo que nos ha pasado. El anterior párroco del cementerio de Leganés nos dio todas las facilidades posibles para acabar rodando las escenas que aparecen en el documental. Ahora, en cambio, hay otro párroco que, para hacer un reportaje que teníamos que hacer para Cuarto milenio, todo ha sido más complicado. Yo no le estoy criticando a él, seguramente él ha hecho lo que tenía que hacer y punto, pero con él hemos tenido que pasar un proceso larguísimo de preguntas, de consultas, de dudas, casi hasta el punto de que ese reportaje no se iba a hacer. Si hubiera estado este párroco, quizás no hubiéramos podido rodar las escenas que rodamos. El anterior párroco fue una maravilla, comprendió todo desde el principio, nos dio todas las facilidades del mundo... Muchas veces, la verdad es que la burocracia es la que es pero también hay el que está detrás y se preocupa de que las cosas vayan hacia delante.

JORGE RIVERA (J.R.): Es que la burocracia, al final, es como la ley. Existe una ley pero unos abogados la interpretan de una manera y otros abogados, de otra.  Y jueces que la interpretan de una manera y jueces, de otra. La burocracia, al final, es una herramienta que es necesaria, porque, si no, haríamos lo que nos daría la gana, pero, en este caso, hay partes en que nos ha ayudado mucho, por ejemplo en lo que se refiere a permisos de rodaje, pero en otras partes no ha ido tan bien. En Osario Norte, solo se ve, podríamos decir, el treinta por ciento de la guerra burocrática. Podríamos pasarnos horas hablando de lo que ha significado la burocracia en relación a lo que cuenta el documental. Dependiendo de los casos, la burocracia puede ser tanto buena como mala. Como en tantas otras cosas, la burocracia es terreno farragoso más personas.

L.D.S.: Jorge, la idea de José Manuel fue genial como punto de partida. Pero, en tu decisión de producir Osario Norte, ¿qué peso tuvo esa idea y el elemento personal de que fuera José Manuel quien la propusiera?

J.R.: Para mí, la idea me daba igual, literalmente. Yo conozco a José Manuel desde 1996. Para bien y para mal, nos conocemos muchísimo. Y, aunque nos hemos separado geográficamente, siempre hemos mantenido el contacto. Durante la pandemia, me comentó que tenía un proyecto desde hacía muchos años, que no lograba levantarlo, que estaba agobiado... Yo me había comprado una cámara y unos micrófonos, y le dije que podía ayudarle a producirlo, que le podía ceder los medios, a pagar todo lo que hubiera que pagar de seguros y de ese tipo de conceptos y ya nos apañaríamos... El me dio un guion que yo no me leí pero le dije: "Sí, me parece muy bien. Vamos para delante". Yo sabía lo que habíamos hablado pero no me metí en la parte artística porque confío ciegamente en José Manuel y en que, si hay algún desacuerdo, lo vamos a hablar y lo vamos a arreglar. Además, ayuda que yo creo que José Manuel es alguien muy sensato y que, en todo el equipo, no hay un ego aplastante de un director que se vuelva loco pidiendo, de un productor que prohíba, de una compositora que quiera meter instrumentos adicionales en la banda sonora... Hemos ido sobre la marcha y, cuando hemos visto que era el momento adecuado y los dos estábamos contentos con lo que teníamos, la hemos sacado. La película cambió durante los dos años y pico de rodaje: pasaban cosas, encontrábamos a gente... Al principio, José Manuel era menos protagonista y, poco a poco, vimos necesario que él estuviera más presente porque, en última instancia, la película cuenta la lucha de José Manuel para rescatar la historia de Jorge Rigaud.

 

Una de las imágenes de Osario Norte


L.D.S.: ¿En qué medida, en las ciudades modernas en los barrios modernos, se está perdiendo la memoria del pasado?¿En qué medida solo recordamos la película del momento, la serie del momento, la canción del momento pero ya no recordamos todo lo que pasó con anterioridad?¿En qué medida la memoria cultural se está evaporando?

J.M.S.C.: Yo soy muy pesimista en relación a los políticos. Hay excepciones pero a la mayoría no les interesa. La mayoría, llegan a un ayuntamiento y no les interesa conocer cómo es la ciudad realmente, quiénes han vivido, las historias de los barrios, a la mayoría les da igual. En Leganés, ninguno de los políticos sabía quién era Jorge Rigaud. Había un señor, un historiador y periodista, Juan Antonio Resalt, que sí conocía la historia y que la había recogido en su libro Crónicas de Leganés, pero parece ser que ninguno de los políticos había leído ese libro. A mí me extraña mucho eso. Yo voy mucho a los pueblos y lo que más me emociona es cuando me encuentro una estatua y veo que está dedicada, por ejemplo, a un pintor del lugar... Eso a mí me encanta. Me digo a mí mismo: "¡Qué bonito que se recupere a esta gente!". Pero a la mayoría de los políticos no les interesa el tema cultural.

J.R.: A menos, por ejemplo, que tú digas que ahí está la tumba de Orson Welles y que se vea que va a venir mucho turismo y que se pueden vender muchas camisetas con el tema...

J.M.S.C.: Exactamente, salvo que se vea que deje dinero en la ciudad. Pero, en general, a los políticos les da igual la cultura.

J.R.: Sí, porque por Leganés han pasado varias administraciones, han pasado varios partidos, y ninguno de ellos ha desbloqueado el tema. En el documental, no aparece el nombre de ninguno de los políticos porque no se trata de personalizar sino de mostrar una actitud generalizada.

L.D.S.: Para terminar, ¿qué queréis decir sobre el documental, sobre el rodaje, sobre el equipo, sobre cualquier cosa que se haya quedado en el tintero?

J.M.S.C.: Yo, del equipo, solo puedo decir cosas positivas. Nunca me ha pasado antes el haber estado en un rodaje en el que se termine antes de tiempo la jornada. Es algo rarísimo, lo normal es que ocurra lo contrario. La verdad es que todo fue muy bien, muy fluido, muy maravilloso, todo el equipo muy conjuntado...

J.R.: De hecho, la relación con Pedro Casablanc, que vino de la mano de José Manuel, ha seguido con posterioridad, ya que yo le produje su corto Sacrilegio. Y todo vino porque se trató de un rodaje sencillo en función del buen ambiente que hubo entre todo el equipo. Un equipo que fue muy pequeño, Alfredo Fernández, el director de fotografía, Laura Siz la ilustradora y colorista, y que ha hecho también el cartel, que también estaba en el rodaje ayudando en la producción y haciendo un poco de todo con los micrófonos y el monitor, porque todos hacíamos de todo, Raquel Herranz, la ayudante de producción, y, ya al final, se incorporó Isabel Royán, que es la compositora de la banda sonora, para lo que no tengo más que agradecimientos. Con ella, solo hizo falta hablar cuarenta y cinco minutos para hacer la música de la película porque es una profesional como la copa de un pino. Al final, creo que se ha conseguido el objetivo que le dije a José Manuel de que la gente saliera conmovida tras ver el documental.

J.M.S.C.: Y, lo más importante, la gente sale de la sala con ganas de ver las películas de Jorge Rigaud. En Madrid, tuvimos de público muchos veinteañeros que no sabían quién era Jorge Rigaud y salieron con muchas ganas de buscar películas de él. Creo que eso es un logro: hemos llegado al corazón de la gente con la emotividad de lo que le pasó pero eso hace que te unas a ese personaje y que tengas ganas de seguir indagando en él.


De izqda. a dcha. y de arriba abajo, la actriz Paca Gabaldón, el director Eugenio Martín, el actor Pedro Casablanc y el escritor Carlos Arévalo, algunas de las personas que participan en el documental Osario Norte

 

Por todo lo que hemos dicho, en Osario Norte hay toda una convergencia de sentimientos y emociones que proporcionan a la película una textura muy especial. Está el asombro que emana de la vida de Jorge Rigaud, está la pasión de José Manuel Serrano Cueto por rescatar la memoria cultural y cinéfila y la fuerza de la relación de amistad entre el productor y el director del film que ha servido para llevar a buen puerto el proyecto. Todo ello, aunque pueda resultar invisible para los espectadores, impregna a la película de un aire de afecto, ilusión, cariño y melancolía que no puede pasar inadvertido a nadie, factores que hacen más que recomendable la visión de Osario Norte, con el deseo de que, la de Jorge Rigaud, se trate de una historia cuyo dramático desenlace, en la medida de lo posible, no vuelva a repetirse con ninguna otra persona, de que el olvido y la desmemoria sean rasgos que empiecen a desaparecer de nuestra idiosincrasia como sociedad.


MATERIAL COMPLEMENTARIO

VÍDEO DE JOSÉ MANUEL CRUZ, DIRECTOR DE LA DIMENSIÓN SÚBITA, SOBRE OSARIO NORTE

 

PELÍCULAS DE JORGE RIGAUD DISPONIBLES EN DOMINIO PÚBLICO EN INTERNET

LIEBELEÏ (1933) de Max Ophüls

 

DESHONRA (1952) de Daniel Tinayre


 

EL COLOSO DE RODAS (1961) de Sergio Leone


 

 

 

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