Imagen creada por Midjourney
Los derviches son una fraternidad religiosa musulmana de carácter sufí en la que hay arraigada un profundo sentimiento ascético y místico. Surgió en el siglo XIII asociada al poeta persa Yalāl ad-Dīn Muhammad Rūmī (conocido más simplemente como Rumi). El conjunto de sus prácticas se denomina dhikr, esfuerzos físicos o ceremonias religiosas cuyo propósito final es alcanzar, mediante el éxtasis místico, la unión con Dios. Entre ese conjunto de prácticas, la más conocida es la sama, en la cual tiene especial peso una danza en la cual los participantes terminan realizando un continuo y repetitivo movimiento circular que busca representar el propio movimiento del Universo en su totalidad. El siguiente vídeo, con imágenes montadas por José Manuel Cruz y música creada por Santiago Muñoz, se inspira en esas obsesivas danzas giratorias. Tras el vídeo, un poema de José Manuel Cruz expresa el sentimiento que, desde la perspectiva de hoy, sumergida en la racionalidad, la tecnología y el escepticismo, puede despertar una ceremonia que transita entre el delirio y una febril convicción, entre la alucinación y una hipnótica certeza. Un eco de otro tiempo que aún sigue resonando en la actualidad porque, en mayor o menor medida, aún tenemos una sed insatisfecha de trascendencia que nos sigue azuzando, acosando e interpelando.
ARREBATO DERVICHE
(Poema de José Manuel Cruz)
Círculo convertido en esfera,
giro transmutado en escala,
representación del universo
esquematizado de forma heroica
en danza obsesiva e irreprimible.
Nada vemos
pero solo
cuando nuestros ojos
alcanzan la mirada de
trescientos sesenta grados
se nos puede revelar la totalidad,
el absoluto,
ese ente escurridizo
que se nos escapa siempre
entre las briznas de míseras reflexiones,
entre los resquicios
de pobres e irrisorios pensamientos,
entre nuestros patéticos intentos
por creer y confiar
en certezas precarias y fragmentarias.
Apagamos el cerebro
y encendemos sentidos escondidos,
nos desamarramos del mundo
y nos elevamos a niveles áureos,
el vértigo se va convirtiendo en lucidez,
podemos (y debemos)
prescindir de la aritmética a ras de suelo,
nos tenemos que entregar al desvarío,
al delirio del equilibrio extraviado,
a la fiebre de la sensatez abandonada,
y ahí,
en el fondo de la alucinación,
encontraremos verdades nunca expresadas,
razonamientos nunca construidos,
intuiciones nunca adivinadas,
ahí,
en los más profundo del vacío,
hallaremos el vórtice
que nos trasladará a otra dimensión,
a aquella en la que contemplamos a la vez
el todo y la nada,
la plenitud y el acabamiento,
la cosecha y la parálisis,
el rescate y la condena,
a aquella en la que cada pieza
encuentra su sitio
y cada momento
descubre su justificación,
a aquella en la que desaparecemos
en el placentero e inacabable océano
en el que la comprensión
se convierte en un concepto
vano, inútil e irrelevante,
en el que todo es, a la vez,
inefable y deslumbrante,
en el que nos adormecemos dulcemente
en el agradable balanceo de la inconsciencia
perfectamente clarividente…
Finalmente, en los dos siguientes vídeos, pueden asistir, por un lado, a una ceremonia completa de los derviches giróvagos, filmada en Colombia por la Universidad de los Andes y, por otro, a un documental de RTVE en el que se profundiza en la identidad de esta sorprendente comunidad. En ellos, queda perfectamente recogida la fascinación que todavía puede ejercer en cualquier espectador este ritual ancestral.
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