OPTIMISMO TECNOLÓGICO vs. TECNOESCEPTICISMO

 

Imágenes tomadas en la exposición Julio Verne. Los límites de la imaginación en la Fundación Telefónica de Madrid

 

(Este artículo fue publicado originalmente en la página web de José Manuel Cruz el 25 de noviembre de 2015) 

En el fin de semana del 13 al 16 de noviembre, estuve en Madrid y, entre las visitas que hice, hubo dos que pueden parecer que están poco o nada relacionadas, pero que, en el fondo, convenientemente contextualizadas, sirven para explicar todo un cambio cultural.

El viernes 13, acudí a la exposición Julio Verne. Los límites de la imaginación organizada por la Fundación Telefónica de Madrid.

Esta exposición no trata únicamente de la obra del escritor francés de ciencia-ficción sino que pretende explicar el escenario histórico en que tuvo lugar su obra, un escenario en el que dominaba una evidente y poderosa fe en el progreso. Julio Verne vivió entre 1828 y 1905 y, en sus años de madurez, pudo contemplar cómo se abrieron rutas de comunicación que permitían acceder a territorios que parecían inexpugnables, se perfeccionó la cartografía, se mejoraron las técnicas de navegación marítima, se inventó el submarino, se empezó a avanzar en la navegación aérea, tanto con globos como con aeroplanos, se inició un camino que, según una evolución lógica, acabó en los proyectos de conquista del espacio…

Podríamos decir que existía un optimismo tecnológico que impulsó la adopción de cambios e innovaciones bajo el supuesto de que los mismos mejorarían el nivel de vida del ser humano. Y, de hecho, a lo largo del siglo XX, sobre todo hasta los años 70, ese nivel de vida aumentó espectacularmente.


Julio Verne - Exposición en la Fundación Telefónica de Madrid // Mejorar la cartografía...


 Julio Verne - Exposición en la Fundación Telefónica de Madrid // ... para conocer nuevas realidades.

 

El sábado 14, mi visita fue al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Su colección permanente abarca un amplio espectro de obras y tendencias desde 1900 a 1982. Es sumamente difícil encontrar un principio unificador en todas ellas pero no creo que me equivoque demasiado al afirmar que todo el arte contemporáneo se basa en la desconfianza hacia lo que Max Weber denominó racionalidad operativa. La visión predominantemente científico-técnica es puesta en tela de juicio y se piensa que hay que buscar otro tipo de mirada para llegar a una comprensión cabal e integral de la vida y del ser humano.

Las ideas de Marx, Darwin y Freud influyeron bastante en este cambio de perspectiva. La desconfianza, después de las dos guerras mundiales, se convierte en rechazo, escepticismo y falta de fe en el progreso. La colosal pérdida de vidas humanas que ambos conflictos provocaron, los campos de concentración nazis y las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki dieron lugar a un absoluto desapego por los avances que el progreso científico prometía.

Posteriormente, la irrupción del consumo de masas y el auge de la televisión como principal medio de comunicación llevarían a la denuncia, ataque y burla contra la alienación social que esos fenómenos parecían provocar.

 

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. // Obra de Salvador Dalí: el realismo ha sido enterrado.

 

Entre uno y otro espíritu, hay una cesura manifiesta que no creo que pueda ser baladí. Todo cambio social, económico o político es, antes que nada, un cambio básicamente cultural. Y cuando se extiende el descreimiento hacia el impacto positivo del cambio tecnológico, no cabe esperar que este dé un salto significativo en el futuro. En gran medida, en esas estamos.

Las innovaciones, salvo ciertas excepciones, parecen haberse congelado o, como mínimo, haber ralentizado su ritmo. En los últimos treinta años, exceptuando la informática (incluyendo internet) y la telefonía móvil, el impulso tecnológico ha sido mucho menos significativo que en el pasado.

Urge, por tanto, pensar en unas pautas culturales que definan las condiciones aceptables de cambio tecnológico para el ser humano contemporáneo. Porque sólo reconciliándonos abiertamente con el progreso y la innovación será posible alcanzar mayores cotas de desarrollo y bienestar y resolver muchos problemas que, a día de hoy, resultan graves y acuciantes.




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