JUAN EDUARDO CIRLOT Y ROSEMARY FORSYTH: CARTAS DE UN DESCONOCIDO

 


Imágenes creadas por Midjourney

 

9 de abril de 1916. El futuro poeta, crítico de arte, estudioso de la mitología y músico Juan Eduardo Cirlot nace en Barcelona. Hasta su fallecimiento en 1973, publicó poemarios como Pájaros tristes y otros poemas a Pilar Bayona (1942), Canto de la Vida muerta (1946), Donde las lilas crecen (1946), Cuarto canto de la vida muerta y otros fragmentos (1961), Regina tenebrarum (1966), Bronwyn (1967), Cosmogonía (1969), Orfeo (1970) y 44 sonetos de amor (1971) y ensayos relacionados con temas artísticos y mitológicos como Diccionario de los ismos (1949), Ferias y atracciones (1950), El arte de Gaudí (1950), La pintura abstracta (1951), El estilo del siglo XX (1952), Introducción al surrealismo (1953), El mundo del objeto a la luz del surrealismo (1953), El Ojo en la Mitología: su simbolismo (1954),  Del expresionismo abstracto a la abstracción (1955), La pintura surrealista (1955), Cubismo y figuración (1957), El arte otro (1957), Significaciones de la pintura de Tàpies (1962), Nuevas tendencias pictóricas (1965), El espíritu abstracto desde la prehistoria a la Edad Media (1965), Diccionario de símbolos (1968) –su obra más célebre e importante– y Del no mundo: Aforismos (1969). Tras su fallecimiento, se publicaron los poemarios Variaciones fonovisuales (1996) y En la llama. Poesía (1943-1959) (2005), los ensayos 88 sueños; Los sentimientos imaginarios y otros artículos (1988) y Confidencias literarias (1996) y la novela Nebiros (2016), la cual no logró superar la censura en 1951.

10 de noviembre de 1965. Tiene lugar en Detroit la première del film El señor de la guerra, dirigido por Franklin J. Schaffner y protagonizado por Charlton Heston, Richard Boone, James Farentino y Rosemary Forsyth y adaptación de una obra teatral de Leslie Stevens titulada The Lovers. El señor de la guerra transcurre durante el siglo XI en la costa de Normandía, en una comarca que forma parte de las posesiones feudales del duque de Gante y que se halla poblado por vasallos de origen celta. El lugar sufre los ataques de grupos armados frisones, provenientes de tierras germanas, y, en uno de ellos, muere el gobernador del territorio. El duque de Gante, para sustituirlo, ha enviado al caballero normando Chrysagón de la Cruz (Charlton Heston) que llega acompañado de su hermano Draco y de sus escuderos y ayudantes. Dicho caballero, en uno de sus recorridos por las tierras, conoce a una joven, Bronwyn (Rosemary Forsyth), de la cual se enamora a pesar de que la mujer está prometida con uno de los lugareños, Marc (James Farentino). La pasión de Chrysagón por Bronwyn terminará provocando el enfrentamiento del gobernador con los habitantes de las tierras que administra.

21 de febrero de 1966. El señor de la guerra se estrena en España.


El dibujo superior es una recreación de una de las escenas de El señor de la guerra (1965) de Franklin J. Schaffner, con Charlton Heston y Rosemary Forsyth

 

Juan Eduardo Cirlot ve El señor de la guerra y se produce en él una importante convulsión emocional, convulsión que dejó documentada por escrito con gran amplitud y detalle. Para empezar, desarrolló en un texto titulado Bronwyn (Simbolismo de un argumento cinematográfico) un amplio análisis de la película de Schaffner. En el mismo, expone y explica exhaustivamente todos los símbolos que aparecen a lo largo de la historia, vinculándolos con la mitología celta de la que son creyentes los súbditos sobre los que gobierna Chrysagón de la Cruz. Así, "la condición de caballero de Chrysagón ya tiene valor simbólico, pues representa la sublimación del guerrero". También "es fundamental que el «señor de la guerra» no aparezca solo, sino con un hermano. El mito de los dos hermanos (Dioscuros, sol levante y sol poniente, parte inmortal y parte mortal del hombre, espíritu e instintos) es conocido de todos los antropólogos y psicólogos. Schneider habla de «un hermano claro y otro oscuro» y señala que ambos hermanos, juntamente, forman un dios doble (Géminis), que es a la vez «el dios de la guerra y de la fecundidad, de la muerte y del renacer, de ahí la necesidad de los ritos sangrientos para crear y mantener la vida»".  En relación al lugar donde transcurre la historia, "la comarca es un «paisaje completo», es decir, el paisaje cósmico. Przyluski dice: «El lugar sagrado se compone de tres elementos principales: piedra, agua, árbol. La parte sugiere el todo... El lugar santo es el paisaje completo: monte (o torre), valle, lago, río, bosque, mar, rocas, sentido como un todo... Fecundidad, fertilidad, nacimiento y muerte, muerte y renacimiento, estos procesos atestiguan la variedad y fuerza del dinamismo de que el lugar santo es la manifestación permanente». Y agrega esta tremenda afirmación: «En ese estadio, el lugar santo tiende a convertirse en una figura femenina. Luego, ella se convierte en diosa y adquiere una leyenda»". Y, de ahí, pasa Cirlot a destacar todo el conjunto de símbolos que rodean al personaje de Bronwyn, la figura femenina protagonista de la película: "Bronwyn está desnuda en el agua cuando Chrysagón la conoce. Existen en ese episodio crucial cinco símbolos esenciales. Las aguas simbolizan la «suma universal de virtualidades... son el depósito de todas las posibilidades de la existencia». Tienen un carácter a la vez virginal y materno. La inmersión en el agua simboliza, según Langyel, «el retorno a lo preformal, igual que la salida del agua repite el gesto cosmogónico de la creación formal y diferenciada». Loeffler precisa que «el agua regenera, provoca una resurrección», es decir, un despertar, un cambio de naturaleza (...). Bronwyn está desnuda en el agua.  Prescindiendo de la belleza de su cuerpo (...), según Corbin «desvestirse  de la ropa material es anticipar el "cuerpo de luz" o de resurrección, pura incandescencia diáfana de las luces arcangélicas» (...). Otro símbolo es la corona de flores blancas, que alude a la pureza de Bronwyn y a su calidad de novia, apuntando a la posibilidad de conflicto real, como efectivamente se produce. Finalmente, queda el «encuentro» como símbolo".           

 

 
A la izqda., retrato de Juan Eduardo Cirlot. A la dcha., retrato de Rosamary Forsyth.
 

Pero este análisis no será la influencia más importante de El señor de la guerra en la escritura de Juan Eduardo Cirlot. Como ya anticipa la importancia que concede a la figura de Bronwyn en el texto que acabamos de mencionar, convertirá a este personaje en una musa a la que dedicará desde entonces un amplio conjunto de composiciones, un extenso ciclo poético que evocará actitudes líricas novecientos años anteriores a aquellos en los que el escritor barcelonés desarrolló su obra. Del mismo modo que un trovador provenzal del siglo XI, Cirlot elegirá a Bronwyn/Rosemary Forsyth como la dama por la que sentirá un amor imposible y a la que dedicará unos emocionados versos en los que glosará una pasión que sabe que nunca podrá ser materializada, un sentimiento absolutamente platónico que se alejará del cuerpo y del mundo físico para elevarse a las regiones celestiales.

 



En el dibujo superior, recreación de una aparición de Rosemary Forsyth en El señor de la guerra encarnando el personaje de Bronwyn






Comentarios