CONVERSACIÓN CON MANUEL PRIOR: CREACIÓN, VISIÓN Y EXPRESIÓN



A la izqda., autorretrato del pintor Manuel Prior en su época de juventud. A la dcha., fotografía del artista en el momento actual (izqda.) junto a José Manuel Cruz, director de La dimensión súbita (dcha.)


En la contraportada del catálogo de la exposición que se realizó en 2024 sobre la trayectoria del pintor expresionista español Manuel Prior –nacido en Puertollano (Ciudad Real) en 1933– y que recorrió varios museos y ciudades de Castilla-La Mancha (Museo de Santa Cruz de Toledo, Museo Municipal de Valdepeñas y Museo Convento de la Merced de Ciudad Real) se recoge una frase del artista que es más que significativa: "No pinto lo que veo. Veo lo que pinto". Asimismo, en la conversación que hemos mantenido con él para nuestro canal de podcasts –y que enlazamos al final del artículo–, el pintor rechaza a aquellos artistas que se dedican meramente a copiar la realidad y defiende que todo hecho artístico debe ser un acto de creación. Si estas ideas señalan todo un claro y contundente planteamiento estético, hay otras dos que suponen toda una ética para el acto de su pintura. Por un lado, reconoce su admiración por El Greco, con esas figuras espigadas que apuntan inequívocamente hacia lo elevado, y, por otro, afirma que el Picasso que más le interesa es el del "período azul" porque, en dicha época, la mirada del pintor estuvo interesada por la pobreza. Es muy difícil no pensar, a partir de dichas aseveraciones, que en la pintura de Manuel Prior hay toda una apelación directa a la dignidad intrínseca del ser humano y, yendo más allá, una creencia intensa e insobornable en la existencia poderosa e innegable de la misma y que, de ahí, nace la fuerte energía y la abrumadora vibración que brotan de los cuadros del artista.



Arriba, cuadros de Manuel Prior con diversos motivos y de diversas épocas


Manuel Prior, en sus obras, no se limita a recrear la realidad sino que hace un esfuerzo sistemático y minucioso por re-crearla, por ofrecernos una imagen de ella que prescinda de la superficie y la mera fachada y desvele su fondo y su sentido, no se conforma con representar la apariencia del mundo y la vida sino que se lanza a realizar una radiografía implacable del hecho, objeto o acontecimiento contemplado para mostrarnos su esencia fundamental pero, simultáneamente, y sin que ello sea contradictorio, no nos ahorra ni un solo detalle de los perfiles, matices y texturas del tema del cuadro, del aluvión de emociones y sensaciones asociado al objetivo de su mirada, de modo que su pintura no es solo aprehensión esquemática sino también despliegue de líneas, colores y formas llenos de sugerencias y connotaciones, no es únicamente resumen desnudo sino también exploración morosa y demorada de pormenores y particularidades,  como si las pinturas de Manuel Prior fueran un eco del pensamiento orteguiano (que defendía que la esencia no era solo la esencia misma sino también la circunstancia que la envolvía), y desmintiera sorprendentemente (o no) lo explicado por el propio Ortega en su reflexión sobre el arte contemporáneo: el arte de Prior no es juego sino fuego que se eleva hacia lo alto como si fuera un Pentecostés al revés pero que, del mismo modo que el Pentecostés original, nos brinda conocimiento y sabiduría. Estos dos elementos enfrentándose, podríamos decir, dialécticamente en cada uno de sus cuadros es lo que proporciona a los mismos esa tensión implícita y esa propuesta siempre presente de desafío intelectual y estético al espectador para que no se adocene ni se conforme con lo manido y convencional. El estilo de Manuel Prior siempre ha sido figurativo, siempre ha estado preocupado por reflejar la realidad, pero el mismo ha evolucionado desde sus inicios hasta su época de madurez, algo que se aprecia si observamos su obra Tarde de sábado y la comparamos con La Fuente Agria. De esa comparación, es inevitable extraer la conclusión de que si, al comienzo de su carrera, el artista opta por una mirada de carácter naturalista, enseguida pasa a otra que ofrece una perspectiva lúcida, explosiva y reveladora, una mirada que penetra más allá de la mera apariencia hasta alcanzar el tuétano y la sustancia de lo retratado, es ascesis y carnaval, recogimiento y celebración, penitencia y liberación, agonía y éxtasis.


Arriba, Tarde de sábado. Abajo, La Fuente Agria. Dos cuadros que marcan claramente la evolución de la pintura de Manuel Prior.

 

El estilo de Prior, por la condición de su planteamiento, no se puede adscribir a épocas artísticas ni a modas ni a tendencias, busca y anhela lo permanente y no pretende el aplauso del presente y de la coyuntura sino que ansía proyectarse hacia delante y hacia arriba como testimonio de verdad e intento honrado de eludir lo accesorio, lo impostado y lo irrelevante, no hace concesiones porque quiere conceder al espectador lo más valioso, preciado y meritorio que un artista puede ofrecer: convertir su trabajo en medio de expresión de lo fundamental e imprescindible. Tema, líneas, colores, formas y pinceladas conforman un macizo compacto que siempre resulta descomunal e inapelable y, por ello, sus cuadros parecerían imágenes esculpidas en piedra por su coherencia y su rotundidad, por la inexistencia de cualquier mínima grieta que hiciera colapsar todo el conjunto. No es así. No puede ser así.  La particularidad del expresionismo de Manuel Prior es que no coloca a la realidad a ras de suelo sino que la alza en una especie de "expresionismo místico", de fe en lo sublime a pesar de aquello que puede ser atroz o desolador, a pesar de eso que está ahí, amargo y doloroso, y ante lo que el artista no se amilana a la hora de dar cuenta de ello: es mirar hacia arriba después de haber mirado hacia abajo y, a pesar de todo, seguir creyendo.

 

 

Arriba, cuadros de Manuel Prior con motivos familiares: retratos de su esposa y de sus padres


En el siguiente vídeo, pueden ver las imágenes de más cuadros de Manuel Prior, además de fotografías tomadas en su estudio.



En nuestra conversación con Manuel Prior, además de explicarnos su visión como pintor, nos cuenta jugosas anécdotas sobre algunas de las grandes figuras de la cultura española, sobre Cervantes y El Quijote, sobre El Greco, sobre Velázquez, sobre Unamuno, sobre Gutiérrez Solana... Es poco más de una hora pero de una densidad amena e instructiva. Les pedimos que la escuchen en el enlace inferior y esperamos que la disfruten.

 

CONVERSACIÓN CON EL PINTOR MANUEL PRIOR

 

 

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