En los dibujos superiores, las salidas de las dos carreras de 100 m. en París 2024. Arriba, la masculina. Debajo, la femenina.
Hablaba Jorge Luis Borges en su cuento El Aleph de un punto de un escalón en el sótano de la casa de Carlos Argentino Deneri en el que estaba todo el Universo en todas sus dimensiones tanto físicas como temporales. Hasta el momento en principio mas insignificante, digamos, por ejemplo, toda la paleta de tonalidades de color dibujadas en el cielo en un crepúsculo de una anodina tarde de junio en un valle al pie de los Alpes, podía encontrarse en esa minúscula esfera mágica, que se bastaba a sí misma para ser el Absoluto en su casi infinita pequeñez. En los Juegos Olímpicos de París 2024, en atletismo, se corrió ayer sábado la carrera femenina de los 100 m. lisos y, hoy domingo, la misma distancia en la categoría masculina. En la primera, ganó la medalla de oro la atleta de Santa Lucía Julien Alfred (que fue la primera presea dorada para su país en toda la historia olímpica), y las medallas de plata y bronce fueron para dos estadounidenses, Sha'Carri Richardson y Melissa Jefferson, respectivamente. En la segunda, en un apretadísimo final en el que el primer y segundo corredor pararon el cronómetro en el mismo tiempo, ganó la medalla de oro por unas escasas milésimas el estadounidense Noah Lyles. La medalla de plata fue para el jamaicano Kishane Trompson y la de bronce para el norteamericano Fred Kerley. La prueba de los 100 m. lisos es, a su modo, una especie de "Aleph" que concentra en apenas diez segundos toda una constelación de emociones, trayectos, tácticas y relatos posibles, la quintaesencia de un tiempo perpetuo concentrado en un instante infinitesimal, casi imperceptible, casi inaprehensible. La carrera de los 100 m. lisos es al atletismo lo que el aforismo al tratado de filosofía, lo que el haiku a la epopeya, lo que el microrrelato a la novela-río, lo que el cortometraje a la serie de varias temporadas, lo que un instante decisivo de una vida al conjunto de largas jornadas rutinarias, aburridas e intrascendentes. Toda una vida queda dilucidada en tres o cuatro momentos, no más (ya lo dijo Paul Bowles en El cielo protector). Todo lo demás es una sucesión de digresiones mecánicas e inexorables a partir de esos hechos fundamentales. Los 100 m. lisos es la metáfora perfecta de esa intuición que resulta tan deslumbrante como aterradora, tan poderosa como imbuida de una sensación asfixiante de vértigo.
En los dibujos superiores, recreación de algunos momentos de la carrera femenina de los 100 m. lisos en París 2024
VÍDEO DE LA CARRERA DE 100 M. LISOS FEMENINOS DE PARÍS 2024
(Canción: "Syllepsis" de Zoogma)
En los dibujos superiores, recreación de algunos momentos de la carrera masculina de los 100 m. lisos en París 2024
VÍDEO DE LA CARRERA DE 100 M. LISOS MASCULINOS DE PARÍS 2024
(Canción: "Syllepsis" de Zoogma)
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