CRÓNICAS OLÍMPICAS PARÍS 2024. DÍA 3: LOS MILAGROS SECRETOS


En los dibujos superiores, junto al logotipo de París 2024, de izqda. a dcha., retratos de Cristina Bucsa, Carlos Alcaraz y Rafa Nadal


Jorge Luis Borges, en su libro Ficciones (1944), incluyó el relato "El milagro secreto", en el cual narraba cómo el dramaturgo checo Jaromir Hladík, a primera hora de la mañana del 29 de marzo de 1939, se encontraba ante un pelotón de la Gestapo a punto de ser fusilado. Autor de una tragedia inconclusa, Los enemigos, había pedido a Dios que, antes de morir, le dejara finalizarla. En el relato borgiano, cuando los fusiles nazis estaban a punto de asesinar a Hladík, Dios concedió el milagro que aquel le había pedido: el tiempo se detiene. Hladík, al comienzo, queda desconcertado pero, después, comprende que Dios le ha concedido el favor solicitado: en su mente, él va a poder concluir la obra teatral que ha dejado incompleta. Imagina el final, reescribe en su cerebro algunas partes del texto y, cuando el mismo ya está finalizado y perfectamente pulido y construido, a completa satisfacción del autor, el tiempo vuelve a ponerse en marcha y los fusiles alemanes disparan contra Hladík ejecutando la sentencia de muerte a la que había sido condenado. Hladík había podido finalizar su obra aunque es algo que solo lo sabrán él y Dios. En muchas ocasiones, a los deportistas que participan en los Juegos Olímpicos, en medio del maremágnum de pruebas y competiciones, casi se mueven en medio del anonimato (si hacemos excepción de su familia, sus amigos, el equipo técnico, los directivos federativos y los seguidores de su disciplina que, en deportes minoritarios, puede ser un público muy reducido) de modo parecido a como le sucedía a Hladík en el relato de Borges. Si, además, no consiguen medallas o padecen una pronta eliminación, ese anonimato no hará más que intensificarse. Sin embargo, el esfuerzo que han tenido que realizar para estar en forma, para avanzar y mejorar en la práctica de su especialidad y llegar a competir en los Juegos, puede ser el mismo o, quizás, superior (¡quién puede saberlo!), al que han tenido que hacer las grandes estrellas. Hoy, viendo algunos de los partidos que se han jugado y sus protagonistas, me ha invadido esa concreta sensación.


En la imagen superior, recreación de momentos de los partidos jugados por Rafa Nadal y Carlos Alcaraz en el día de hoy


Los medios de comunicación han dedicado mucho espacio a los partidos de tenis que han jugado Rafa Nadal y Carlos Alcaraz en el torneo masculino de tenis en la categoría individual. Por caprichos del sorteo, Nadal ha tenido que jugar contra el serbio Novak Djokovic, uno de los grandes rivales del manacorí a lo largo de su carrera y un hueso durísimo de roer teniendo en cuenta que Djokovic ha jugado con continuidad a lo largo de los últimos tiempos mientras que Nadal ha estado a merced de las lesiones y de su estado físico. Ha sucedido lo que todos temían y Djokovic ha vencido en dos sets, 6-1 y 6.4. Todos los focos han estado puestos sobre Nadal, uno de los deportistas más populares de nuestro país, y, junto a los lamentos por su eliminación, ha habido también apoyos y muestras de afecto por todos los triunfos que nos ha ofrecido durante un cuarto de siglo y por su voluntad de seguir luchando y combatiendo a pesar de que ya no se encuentra en una situación óptima para estar en la élite del tenis. Como ya dije hace dos artículos, el relevo generacional natural lo ofrece el murciano Carlos Alcaraz, que ya ha conseguido 4 torneos del gran slam (el Abierto de Estados Unidos en 2022, Wimbledon en 2023 y 2024 y Roland Garros en 2024) y que hoy, ante el neerlandés Griekspoor, ha tenido un partido menos plácido de lo que el marcador sugiere porque, aunque el español ganó en dos sets, 6-1 y 7-6, tuvo que superar tanto el recio juego del tenista de los Países Bajos como unas molestias físicas en la segunda manga que preocuparon e hicieron temer lo peor. Hasta ahí, los ídolos que han captado la atención de periodistas y espectadores. Pero, claro está, también están los casos de los "milagros secretos".

 

En los dibujos superiores recreación de momentos de los partidos jugados por Cristina Bucsa en el día de hoy


Me he fijado en el caso de la tenista española Cristina Bucsa. Cristina nació el 1 de enero de 1998 en Chisinau (Moldavia) y vive en nuestro país, concretamente en Cantabria, desde la edad de los tres años. A lo largo de su carrera profesional, ha ganado y, en enero de 2024, ha llegado a estar en el puesto número 56 del ranking mundial en la categoría individual femenina y, en junio de 2024, el 19 del mismo ranking en la categoría de dobles, habiendo ganado cuatro torneos de nivel WTA en esa última categoría (Lyon, Bogotá, Madrid y Estrasburgo). En el día de hoy, Cristina Bucsa ha jugado dos partidos. El primero, contra la canadiense Leylah Fernández. El segundo, en el torneo femenino de dobles, haciendo pareja con Sara Sorribes Tormo, contra la pareja italiana formada por las tenistas  Lucia Bronzetti y Elisabetta Cocciaretto. En el primer encuentro, ha resultado derrotada en dos sets, por un 6-7 y un 3-6. En el segundo, la pareja española ha vencido con un tanteo de 6-1 y 6-2, de modo que ambas han pasado a la siguiente ronda del torneo. No sabemos qué ha podido pasar por la mente de la tenista en esta frenética jornada para ella. Tuvo que reponerse a la derrota en su primer partido y desconocemos el proceso psicológico que tuvo que abordar para mentalizarse de que tenía que afrontar una nueva contienda y no podía dejar pasar la oportunidad de aprovecharla. No he visto en los medios de comunicación referencias a la experiencia que ha tenido que vivir hoy nuestra tenista. Yendo un poco más allá, tampoco sé por todo lo que ella ha tenido que pasar hasta llegar a ser una tenista profesional y poder representar a nuestro país en unos Juegos Olímpicos. Desconozco si ha sido más o menos complicado pero sí estoy seguro de que, como ella, hay miles de deportistas en estas olimpiadas, personas con biografías más o menos duras, con mayores o menores dificultades para poder realizar sus carreras deportivas y que, en la mayoría de las ocasiones, su satisfacción personal solo llega a ser un "milagro secreto" entre ellos y Dios porque sus nombres ocupan poco o ningún espacio en los medios de comunicación. Pero, sin duda alguna, su mérito es exactamente el mismo que el de las grandes estrellas porque la tarea y el empeño son los mismos en todos los casos con independencia de los triunfos que se acaben alcanzado o no. No nos fijemos solo en los medallistas porque la mayoría de los deportistas no obtienen preseas pero, precisamente por ello, hay que aplaudir con mucha más fuerza su tenacidad y su esfuerzo porque en ellos está la auténtica y verdadera esencia no solo del deporte sino de la voluntad humana por mejorar, avanzar y progresar.




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