Si hace unos días fallecía la cantante francesa Françoise Hardy, hoy nos ha sorprendido la noticia de la actriz, también gala, Anouk Aimée, otro de los grandes iconos de la cultura popular de los años 60. Anouk Aimée es conocida, sobre todo, por sus trabajos en La dolce vita (1960) y 8 y 1/2 (1963) de Federico Fellini y Un hombre y una mujer (1966) de Claude Lelouch, la cual fue el gran éxito de público y popularidad de su carrera (que le valió, además, la nominación al Óscar a la Mejor Actriz, y que tuvo dos secuelas posteriores: Un hombre y una mujer, 2ª parte en 1986 y Los años más bellos de una vida en 2019, que fue su última película). Pero, además de estos títulos, Aimée tuvo una larga carrera profesional en la que estuvo a las órdenes de directores de primera fila y sin temer la audacia y el riesgo de los proyectos en los cuales se embarcaba: Les mauvaises rencontres (1955) de Alexandre Astruc, Los amantes de Montparnasse (1958) de Jacques Becker, La cabeza contra la pared (1959) de Georges Franju, Lola (1961) de Jacques Demy, Sodoma y Gomorra (1962) de Robert Aldrich y Sergio Leone, La fuga (1965) de Paolo Spinola, Las estaciones de nuestro amor (1966) de Florestano Vancini, Lo scandalo (1966) de Anna Gobbi, Una noche, un tren (1968) de André Delvaux, Una cita (1969) de Sidney Lumet, Justine (1969) de George Cukor y Joseph Strick, Salto en el vacío (1980) de Marco Bellocchio, La historia de un hombre ridículo (1981) de Bernardo Bertolucci o Pret-a-porter (1994) de Robert Altman. Como se puede ver, una larga trayectoria aunque con espacios en blanco que le impidieron posiblemente ser la estrella rutilante que hubiera podido llegar a ser durante cuatro o cinco décadas.
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